jueves, 13 de septiembre de 2012

El verdadero origen de la violencia



Entender el origen de la violencia no requiere esforzados análisis sociológicos o antropológicos. Apelamos a ellos cuando queremos ocultar la verdad tras un cúmulo de argumentaciones teóricas, tal como se hace en el informe de la CVR. Pero el único origen de la violencia está en cierto conjunto de ideas que se usan para programar la mente de las personas. El ser humano es un organismo que, a diferencia de las demás especies animales, tiene la sorprendente posibilidad de actuar guiado por ideas. Eso es todo. Insertando las ideas apropiadas en la mente de una persona (tal como se instala un programa en la PC) podemos tener a un soldado de Dios o un soldado de la justicia o un soldado de lo que sea. Al final, es un simple asesino. 

La violencia política que sacudió al Perú en los 80 se engendró en los 70 y un poco antes. Nos llegó la epidemia del comunismo mundial que la URSS y China empezaron a regar por el mundo en la posguerra. Los libros de Marx y Lenin se regalaban en las universidades, tal como se regalan hoy las biblias. En algunas librerías del centro de Lima se vendían a 1 sol. La propaganda marxista llegaba por toneladas y todo era gratis porque estaba subvencionada por la URSS. No solo eran libros marxistas sino revistas como Sputnik o Albania Socialista, que mostraban en grandes fotos a color las maravillas del mundo comunista, y que los ingenuos estudiantes miraban idiotizados.

Quien no ha vivido los años 70 en las universidades no se puede imaginar el espectáculo patético de grupos de estudiantes idiotizados, gritando consignas marxistas con el puño en alto, hablando del pueblo y de las masas, pese a que el pueblo ignoraba por completo la existencia de estos apóstoles del comunismo. De ese conjunto de estudiantes delirantes salió Sendero Luminoso, entre muchas otras agrupaciones de lunáticos de izquierda violentista que justificaban la guerra popular, que incitaban la lucha armada. Pero lo curioso es que no solo salió Sendero Luminoso sino también los integrantes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. 

Esta CVR pretende ahora "explicarnos" que la violencia se debió al fanatismo de los senderistas (sus rivales ideológicos de los 70) pero principalmente a las condiciones de pobreza y miseria de los Andes, a la exclusión y la marginalidad, a la discriminación y, en fin, a todos los males que hay en este mundo. Solo les faltó citar el calentamiento global y al fenómeno del Niño. Sin embargo, los hechos los desmienten. No fueron los campesinos pobres quienes se levantaron sino maestros y estudiantes universitarios adoctrinados con el marxismo-leninismo-maoismo-pensamiento Gonzalo. La mayoría de los senderistas fueron jóvenes y hasta adolescentes. El campesinado más bien los rechazó desde el principio. Así que la mentira de la CVR queda en evidencia clara.

No nos dejemos engañar por la sociología marxista de la CVR. El origen de la violencia política que sacudió al Perú y otros países de Latinoamérica, como Colombia que hasta hoy tiene remanentes de las FARC, fue la prédica del marxismo, ese conjunto de ideas nefastas que engatuza a las mentes débiles para contarles una historia de odio. Básicamente les enseña que deben odiar al capitalismo y sus representantes, como los EEUU, las empresas y a los empresarios, a quienes deben ver como explotadores y enemigos del "pueblo". Les enseñan que deben destruir este sistema y que la violencia es la única manera de lograrlo. Así es como está programada la mente de un izquierdista.

Mientras dejemos que sigan infectando la mente de los jóvenes con marxismo, y si permitimos que enseñen las "explicaciones" de la CVR (que son de base marxista) nunca hallaremos las condiciones de la paz y del progreso sin violencia. Todo el origen de la violencia son las ideas que se le infunden a los jóvenes. A los jóvenes hay que enseñarles a trabajar y a surgir, no a odiar al "sistema". Ya es tiempo de dejar atrás toda la basura marxista que tanto daño le ha hecho al Perú y al mundo, no solo por la violencia, los muertos sino por la gran miseria que ha generado. No lo permitamos.


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