jueves, 25 de octubre de 2012

Susana Villarán en salmuera


Es muy probable que hoy se alcancen las firmas requeridas para convocar a un proceso revocatorio a la alcaldesa Susana Villarán. Su suerte pende de un hilo. De alcanzarse las 400 mil firmas lo más probable es que el proceso revocatorio se realice en el verano del próximo año, en el cual, si las cosas siguen como están, lo más probable es que sea revocada. ¿Pero cómo se llegó a esta situación?

Primero, es obvio que la revocatoria se hace posible gracias a una nefasta ley que lo permite. Nefasta porque en lugar de fortalecer la democracia la debilita al introducir un factor de inestabilidad que juega en contra de la ciudad y los ciudadanos. Ninguna autoridad puede sentirse segura si al ganar dejó en el camino a un enemigo poderoso, rencoroso o hábil. Y todos sabemos que la política es el ambiente más sucio y donde salen a relucir los odios y las pasiones más bajas del ser humano. Lo mejor es que la gente aprenda de sus errores. Si alguien se equivocó al elegir, pues que se aguante hasta la próxima. Pero la ley está dada y ya no sirve de nada esta reflexión.

La ley que permite la revocatoria de autoridades es una imposición de la izquierda retrógrada y de la politiquería demagoga, que vive convencida de que la democracia consiste en consultas permanentes al pueblo, y que este es el que tiene siempre la última palabra. Es un contrasentido total porque al ganar por mayoría simple, cualquier autoridad está en riesgo de ser revocada si los demás se organizan. Teóricamente suena bien que el pueblo tenga el poder de sacar de su cargo a un incompetente o corrupto. Pero si tal fuera el caso, deberían existir procedimientos técnicos y no electorales que permitan probar la ineptitud o la corrupción. Lo más lógico sería incorporar en la ley electoral requisitos especiales para el cargo. Además debería hacerse una selección más escrupulosa de candidatos antes de admitirlos en una contienda electoral. El electorerismo es siempre contraproducente en sociedades no institucionalizadas como las nuestras. 

No nos olvidemos que Ollanta Humala tenía entre sus propuestas electorales el de revocatoria del presidente como supuesta medida para luchar contra la corrupción. Ese ha sido pues siempre el discurso de la demagogia de izquierda que hoy está por jugar en su contra y darles una lección. La revocatoria a Susana Villarán está a un paso de ser concretada y, si bien su gestión ha sido lamentable, en adelante lo será peor.

Susana Villarán encarna al típico político de izquierda, rodeado de una nube de retórica grandilocuente y bella, dirigida al corazón y a la sensiblería de los cerebros más débiles. Desde sus inicios en el cargo hizo genuinos esfuerzos por convocar a todos los alcaldes distritales a una especie de asamblea metropolitana para que todos la ayuden a gestionar. Algo como lo que Ollanta pretendió hacer al principio organizando una Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra el Crimen, donde juntó a todo el mundo alrededor de una mesa para que todos resolvieran el problema. Así es como funciona el cerebro de izquierda. Son burocráticos y colectivistas. 

Susana Villarán paralizó todas las obras de la ciudad. Desde luego esto generó inquietud y enojo en muchos porque eso significaba dejar de trabajar y de cobrar. Ante las lógicas críticas, Villarán y los idiotas que la rodean salieron a decir que las críticas eran porque había cortado las coimas y las prebendas. Lo cierto es que los limeños vieron otra realidad. Si antes nos molestaba encontrar obras por todos lados, hoy ya no se veía nada. Todo lo que se veía eran grandes anuncios: la culminación de la Vía Expresa hasta San Juán de Miraflores, la construcción de una "Costa Verde" en las playas de Villa El Salvador, la famosa reforma del transporte, etc. Todo eran palabras, palabras...

El floro convence. No hay duda de eso. Y mucha gente se entusiasmó con el cuento de la reforma del transporte. El hecho es que de la reforma solo hay discusiones y divisiones mientras las calles empeoran y la gente sufre más cada día. Como todo tonto de la política, Villarán aseguró que el nuevo reglamento del transporte arreglaría todos los problemas. Todo tenía una multa. Hasta quisieron multar al conductor que cambiaba de emisora su radio, como si tal cosa fuera materialmlente posible. Pero así de estúpido era  el famoso reglamento. Al final se puso en vigencia y al cabo de seis meses no vemos ningún cambio. Ni uno solo. Todo está peor.

Para colmo, la principal obra que encontró lista para ejecutarse, la Linea Amarilla, se detuvo para cambiarle algunas cosas como el nombre. Ahora es "Parque Rímac". Pero además se incrementó el costo. La Sra. Alcaldesa decidió ser magnánima con dinero ajeno y elevó los 5 mil dólares de compensación que se les daría a los afectados -invasores y moradores precarios de las riberas del río- a nada menos que 30 mil dólares. Si eso no es malversar los fondos del municipio, no sé qué puede ser.

La inauguración del nuevo mercado mayorista de Lima en Santa Anita ha sido hasta ahora un fracaso total. Solo a un imbécil se le puede ocurrir nombrar como presidente de la empresa de mercados mayoristas a un físico caviar ambientalista como Ricardo Giesecke, quien no sabe ni cómo llegan las paltas a su mesa. Una designación igual de idiota fue la de María Jara, una abogadilla de medio pelo que luego de ser empleada de último nivel en la Defensoría del Pueblo, acabó gerenciando el conflictivo mundo del transporte urbano de Lima. Como una muestra de su colosal ineptitud resolvió que la gran solución al problema de los taxis de la ciudad era una nueva reinscripción, una medida trillada que nunca sirvió para nada, salvo sacarles dinero a los taxistas.

Ese es pues el triste panorama de Susana Villarán. La alcaldesa se pasa los días de ceremonia en ceremonia, celebrando el día de la pulga y del mosquito, mientras en las calles crecen los conflictos y los paros. Algunos dicen que una revocatoria sería contraproducente para la ciudad. Eso es difícil de creer. Sería exactamente lo mismo que haya o no una persona en la alcaldía de Lima si no hace absolutamente nada y todo lo que hace lo hace mal, salvo palabrear y prometer. La revocatoria será una buena catarsis para los ciudadanos indignados porque nadie nos puede tomar el pelo de esta manera. Sacar a Susana Villarán de la alcaldía, aunque sea tarde, será un acto de justicia. Y justicia es lo que les encanta pedir a los caviares.


1 comentario:

  1. Cito un fragmento: "Ahora es "Parque Rímac". Pero además se incrementó el costo. ....... Si eso no es malversar los fondos del municipio, no sé qué puede ser."

    En efecto no se malversaron fondos públicos por que se trata de dinero que una empresa privada pondrá a cambio de 10 años adicionales de peaje que pagarán los limeños, por sobre los 30 años que ya habian sido firmados por la administración anterior

    Nadie revisó si 10 años adicionales es lo correcto, es demasiado o es poco. Siendo propuesto por la empresa, dudo que sea poco.

    Y así es para todas las "iniciativas privadas" con que Villarán remata la infraestructura capitalina a Lamsac, GyM y Odebrecht. No les importa el costo que acarrearán dos generaciones de ciudadanos, con tal que pongan el logo de la MML en sus proyectos.

    En las obras con financiamiento público, por más faenón que haya, hay instrumentos de aprobación y contraloria y se conoce el monto final que recaerá sobre los ciudadanos.

    Saludos

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