sábado, 5 de enero de 2013

EL socialismo vuelve a fracasar en Venezuela


CARLOS MACHADO ALLISON |  EL UNIVERSAL


Mucha gente se sigue preguntando por qué el gobierno de Hugo Chávez ganó las elecciones a pesar de los tenebrosos indicadores que usualmente miden el desempeño de un país. En efecto, cerramos el año con más de 21.000 asesinatos, y los secuestros son tan frecuentes que ya no hay familia que no conozca algún caso propio o cercano. No sólo ocupamos una destacada posición en materia de inseguridad, sino que la dependencia económica también marcó cifras extraordinarias, pese al tan relamido discurso de la independencia. Importamos bienes y servicios por más de 56 mil millones de dólares y exportamos -sin contar el petróleo- algo más de 3 mil millones. Así, en materia de comercio internacional -sin petróleo- no somos nada. Ocupamos posiciones horripilantes en materia de competitividad, inversión extranjera, derechos de propiedad y percepción internacional. El mundo moderno nos ve con lástima, o como un violín desafinado de la orquesta global. 

Otro indicador de fracaso es la salud. Por ciertas razones he tenido que interactuar con varios médicos en los últimos días y los relatos sobre la descomposición son impresionantes. En las clínicas cuando no falta una cosa falta la otra. Entre los faltantes están nuevos médicos competentes que puedan cubrir las vacantes de los ausentes y de los cientos de solicitudes para migrar al exterior. Faltan anestesiólogos y otros especialistas, o pasan por múltiples dificultades para obtener equipos nuevos o repuestos de los existentes. Lo mismo ocurre con el personal auxiliar, difícil lograr asistentes competentes lo que determina problemas que van desde la asepsia de ciertas áreas, hasta la calidad en la atención a los pacientes. Con las vacaciones médicos, abogados, ingenieros, profesores y otros profesionales escapan a toda velocidad buscando alguna paz mental tras meses de angustia. ¿Hasta cuándo y a dónde se van a escapar de la realidad? 

El indicador más importante es el de la educación. Los profesores de las principales casas de estudio tienen sueldos miserables y como evidente consecuencia, pérdida de motivación. Los laboratorios de investigación, de donde surgen los conocimientos que pueden mantener al día la enseñanza superior, dan lástima. El sistema de educación superior se aleja a toda velocidad de los niveles internacionales y el medio no es mucho mejor: los mejores migran, otros medran y quedan, aquí y allá, algunos que aún luchan por mantenerse al día. Gracias a ese desastre educativo, de la renta petrolera, de dádivas y promesas, el gobierno gana y vuelve a ganar. ¿Cómo competir con la dádiva? Pues es difícil cuando se tiene tanto éxito en promover la ignorancia, la inseguridad, el desempleo, la falta de nuevas inversiones y la inserción en el mundo moderno. El gran éxito electoral, gigantesca paradoja, está sustentado por todos estos indicadores negativos. El 55% de los venezolanos sólo piensa en el corto plazo y está satisfecho por lo que le dan y le ofrecen. El 45% piensa hacia el futuro y cuando llegan las vacaciones como que dejan de pensar. 

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