sábado, 31 de agosto de 2013

El naufragio kirchnerista


Por JUAN SALINAS BOHIL
@salinasbohil

Si la vedette y actriz Moria Casán tildó en su momento a la fauna artística argentina de jet set de cabotaje, no puede llamarse de otra modo a los diversos grupos políticos, económicos, judiciales, gremiales y de toda clase que atiborran con su accionar tapas de diarios y estudios de radios y televisión.

Es común escuchar este no es un país serio como si fuese necesario de urgencia inmediata que lo sea. Afortunadamente no lo es, porque de lo contrario, la existencia en él se haría imposible. Argentina se ha convertido en una gran platea en donde a 40 millones de vivientes les resulta más efectivo divertirse con los numerosos programas de boberías que brinda la televisión en donde abundan personajes estrafalarios que parecen recién salidos del laboratorio del Dr. Jekyll y pomposas señoritas con abundancia de siliconas, notable ausencia de neuronas, lenguaje suburbano y forrada billetera obtenida vaya a saberse con qué artimañas y a costa de quiénes.

Analizar seriamente la realidad bajo el nuevo cielo bolivariano resulta impropio. Por ejemplo, aumenta día a día la cantidad de opositores que hasta ayer nomás defendían a capa y espada preferentemente con esto último las bondades del modelo estatista, dirigista, inflacionario, restrictivo de las libertades individuales, verborrágico, mesiánico y profundamente corrupto. Estos seres han comenzado a bajar la planchada del crucero del amor nacional y popular con inclusión social en el que tan bien vivieron durante una década. Y para uno, opositor a rabiar aún antes de que Él asumiera, autor no reconocido y por ello frustrado de concepciones como la presidencia como bien ganancial, el encomillado en lo nacional y popular, aplaudidores profesionales, matrimonio presidencial y tantas otras dichas en soledad mientras los conversos de hoy se empalagaban de miel kirchnerista, el travestismo no llama la atención. Esa actitud es moneda corriente en un país donde los electores resultan, aunque no lo asuman, los únicos responsables de sus peripecias en un territorio falto de ideología o mejor dicho con una sola y excluyente en la que mama toda la dirigencia.

El modelo, el socialismo bolivariano del siglo XXI o la década de mayor crecimiento de Argentina en sus 200 años de historia comienza a hacer agua y grandes rumbos se abren en babor, estribor y el casco de la nave. Presurosos, toda la primera clase, con sus chalecos salvavidas de última generación, sus GPS a prueba de humedad y balas, y chóferes y guardaespaldas, se apiñan en cubierta junto a la borda a la espera del bote salvador.

Más algunos, superrápidos, se han lanzado a las tempestuosas aguas del Mar de la Realidad siguiendo a pura brazada el fluir de un bote bautizado neokirchnerismo que se encuentra a punto de naufragar debido a la cantidad de gente que carga y que con relativo éxito intenta alcanzar la costa de un paraje repleto de mosquitos llamado Tigre. Ellos son un ex terrorista ajado, otrora joven idealista, Carlos Kunkel, lógico entrista del peronismo en los 70 que acaba de confesar en LA NACIÓN, nunca fue kirchnerista, siempre fui peronista aunque sin aclarar por qué intentó derrocar a Perón (¿su líder?) para implantar por las armas una dictadura castroguevarista.

Otra que se fue de boca y del kirchnerismo es Milagros Salas, una especie de Gabriel Condorcanqui con polleras, si bien no suele usarlas, sitiada más que situada en la norteña provincia de Jujuy, que como la queridísima Hebe ha recibido millones de dólares para hacer casitas para los pobres y mantener una guardia pretoriana a su servicio. Pues bien, esta ingrata mujer habría manifestado recientemente: Que el kirchnerismo se vaya a la m.

Pero quien más llamó la atención con su desvinculación de la Casa Rosada fue Eugenio Zaffaroni, miembro de la Corte Suprema, otro reconocido militante de izquierda que como el gobierno no se ha cansado de acusar a los medios de comunicación de crear una especie de paranoia con relación a la inseguridad, quizás porque como funcionario de larga data cuenta con custodia oficial y esas simplezas de robos o asesinatos les son ajenas. Por lo demás, el juez acaba de dejar plantados a sus pares en una audiencia pública citada por la Corte por la Ley de Medios para irse a Alemania por dos o tres semanas por cuestiones académicas. Su labor es debería ser full time, sin horas extras ni premios por presentismo. Es de esperar que como a cualquier mortal se le descuente de su sueldo el medio mes de vacaciones que se ha tomado.

Lo dicho no tendría que llamar la atención proviniendo de un integrante de la nomenclatura pero con esta gente siempre hay más. Zaffaroni dijo, además: Me queda un año en la Corte, espero que pase rápido. Más rápido sería si renunciara hoy y muchos, incluso él mismo, estarían más felices que en la actualidad. ¿Por qué esperar?

Sin embargo, quien no debe abandonar el barco es la Presidente pese a algunas desconsideraciones efectuadas sobre su salud. Las razones son dos y creo, bien valederas. La primera es que con pleno conocimiento de causa puedo afirmar que goza de una salud excelente. La otra, igual de importante es que, ¿alguien puede imaginarse a Boudou al frente de la Casa Rosada? Argentina sería un caos. Impidámoslo.


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