martes, 12 de noviembre de 2013

La intolerancia de izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Creo que no hace falta argumentar con ejemplos la intolerancia de la izquierda. Es un hecho ya conocido. La izquierda ha sido tradicionalmente un sector minoritario que ha tratado de suplir su escaso arraigo popular con groseras manifestaciones públicas, donde priman gritos de consignas y carteles con mensajes diversos pero siempre amenazantes. Su vocación por las marchas deriva no solo de su insignificancia electoral y mínima representación política sino de su propia ideología, históricamente fundada en la violencia. La izquierda aun no ha superado su doctrina de la conquista del poder por la violencia. De hecho uno de sus ídolos predilectos sigue siendo el Che, ese criminal idealizado por los que predicaban la guerra popular como último recurso para imponer sus ideas.

Las manifestaciones en contra de Martha Chávez reflejan una vez más esa vena sectaria y violentista de la izquierda, presta a salir a las calles para imponer por la fuerza sus caprichos. Nadie salió a las calles cuando entre gallos y media noche, un gobierno transitorio que por su propia naturaleza temporal estaba incapacitada para tomar grandes decisiones, conformó una Comisión de la Verdad con personajes de vieja militancia izquierdista, compañeros y amigos de Abimael Guzmán. Nadie salió a marchar por los derechos humanos ni se paró en la puerta con una multitud exultante para impedir que la CVR funcionase. Ellos tuvieron entera libertad para montar su patético show y entregar su trabajo con circo y todo.

Apenas señalamos que algunos comisionados eran inapropiados para tratar asuntos de verdad histórica sobre violencia política por su militancia activa y directa en grupos y acciones subversivas, y por sus simpatías con la ideología marxista que llenó de sangre toda Latinoamérica en la segunda mitad del siglo pasado. Pero hoy resulta que ni siquiera se puede discutir su informe. Es una verdad sagrada que la izquierda pretende imponer. La CNDDHH se ha convertido en el perro guardián del informe y vigilante celoso del cumplimiento de sus recomendaciones, que incluyen jugosos negociados para las ONGs. Y encima de todo eso le niegan a Martha Chávez su derecho a conformar una sub comisión del Congreso, a pesar de ser una congresista como cualquiera, solo porque a la izquierda no le agrada la idea de que revisen el trabajo de la CVR ni cuestionen su informe, y menos desde el sector que fue el objetivo de destrucción de la CVR.

Lo que la izquierda debería explicarle al país es quién los nombró defensores de DDHH, porque lo que todos recordamos es que empezaron a crear sus ONGs no para defender al pueblo peruano del ataque terroristas sino para defender a los terroristas que iban siendo capturados por las fuerzas del orden, y para condenar todas las acciones contrasubversivas, además de inventar mentiras como culpar a los Sinchis por la matanza de Uchuraccay, tal como lo hacen hoy mintiendo con la muerte de Pedro Huilca. El hecho de que los grupos de izquierda se hayan llenado de oenegés de derechos humanos para sus propios fines, no les da ninguna propiedad sobre el tema, ni siquiera moral. Y mucho menos.

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