jueves, 25 de septiembre de 2014

Un psiquiatra para Mario


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El habitual perfil de intelectual juicioso y racional que exhibe Mario Vargas Llosa cada vez que emite opinión, se convierte repentinamente en crisis psicótica cuando tiene que hablar de Alberto Fujimori o incluso de Keiko Fujimori. Parece que el escritor protagoniza un caso similar al del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Es obvio que el detonante de tan dramático cambio de personalidad es la palabra "Fujimori". Entonces los demonios se apoderan de Mario y se vuelve un guerrillero de la palabra disparando a mansalva insultos de grueso calibre y frases altisonantes. No tiene empacho alguno en llamar a Keiko "la hija del ladrón, del asesino", como si ella tuviera alguna culpa.

Es lamentable que el prestigio intelectual de Mario Vargas Llosa se vea empañado por sus arrebatos emocionales en contra de un régimen que ya no existe hace más de 13 años. El berrinche infantil que se apodera de sus gestos y palabras revelan que no ha superado el trauma de la derrota de 1990. Una derrota que apenas una semana antes de las elecciones nadie sospechaba. MVLL se fue luego del país a rumiar su amargura en España, donde escribió un libro que contiene su vómito negro contra toda la clase política. Es triste comprobar que hoy Mario comparte todas las características repugnantes que describe en ese libro. Se ha vuelto un confabulador, un fanático de su propia causa, un poder en la sombra que hace su juego sin alfiles ni torres ni caballos sino con puros peones.

Lo peor de todo es que los fantasmas que aquejan a MVLL van en orden con el antifujimorismo salvaje de la izquierda pro terrorista que aun sigue vivita y coleando, aunque algunos hayan perdido el pelo pero no las mañas y otras usen un poco de bótox. Lo políticamente correcto en el Perú es detestar el fujimorismo. Es por eso que nadie se ha tomado la molestia de defender a Keiko de esa agresión grotesca y estúpida que ha cometido Mario por reiterada vez. En cambio si lo hicieron cuando llamaron fea a Susel Paredes. Toda una legión de correctos reclamó entonces por la agresión a una mujer.

También es políticamente correcto rendirle pleitesía a la CVR y a toda clase de huachafería patética que la progresía invente en torno a la "memoria", además, claro, de condenar categóricamente y en voz alta a la corrupción. Hay tanto luchador anticorrupción en estos días que nadie se explica cómo la corrupción campea y hace lo que quiere por todos lados. Luchadores anticorrupción como Toledo y su cartel, o el gran negociado de las ONGs es todo lo que nos dejó la ola de indignación antifujimorista de hace una década. Según Transparencia Internacional, la corrupción en el Perú es el doble de la que había en los 90.

Es obvio que Mario Vargas Llosa, intoxicado por sus odios personales y aquejado por sus fantasmas del pasado, ya no sabe distinguir quién es el verdadero enemigo del Perú en el presente. Parece creer que el Perú no ha cambiado y que la historia puede dar marcha atrás. En política no hay nada más burdo que inventar monstruos contra quien luchar y ofrecerse como salvadores de la patria. De esa clase de payasos estamos cansados. Los salvadores de la patria suelen llegar, empeorar las cosas y luego nadie sabe cómo sacarlos. Esa es la historia de Latinoamérica en los últimos tiempos. Lo mejor que podría hacer Mario si quiere hacer política es vivir en el Perú; pero antes sería importante que se contrate un buen psiquiatra. Hay un grupo de peruanos que no estamos dispuestos a seguir tolerando más sus majaderías geriátricas.


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