jueves, 2 de octubre de 2014

La debacle caviar


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El desembarco de Diego García Sayán de su candidatura a la OEA es apenas el preludio de la masacre electoral que está por suceder este domingo con Susana Villarán, configurando la más dura derrota de la caviarada limeña en mucho tiempo. Y es que nadie mejor que ellos dos para encarnar al caviar en todo su esplendor. 

Ambos tienen apellidos compuestos, rancio abolengo, posición económica y son parásitos sociales. Ella es una rentista y él vende humo en una ONG, es decir, no trabajan. Si Marx hubiera conocido a los caviares los hubiera colocado apenas una escala por encima del lumpen proletariat. Y es que el caviar es ya una categoría sociológica y política que debería estar en los textos.

El caviar es un espécimen que pretende erigirse como clase dirigente por derecho propio. Se creen los portaestandartes de la decencia, la ética y la moral. Son los blanquitos bien educados que pretenden liderar a los cholos y mestizos, lo que antes se llamaba la indiada. Fingen sensibilidad social pero en realidad es solo su manera de aprovecharse de los otros. Son como misioneros que no ofrecen el cielo sino una promesa de redención social acá en la tierra. 

El progresismo intelectual ha escrito últimamente en defensa de la caviarada, acusando a quienes usan este vocablo de pretender privar a los ricos y blanquitos de su derecho a la sensibilidad social. En buena cuenta han afirmado que los ricos también lloran por los pobres, que tienen derecho a hacerlo, y que no debemos estigmatizarlos por ser como son: sensibles. 

Está muy bien que los ricos tengan sensibilidad social pero que lo ejerzan con su dinero. Lo hacen muchos millonarios como Warren Buffet, Carlos Slim o Bill Gates, quienes han donado la mitad de sus fortunas para solventar institutos de investigación de enfermedades y ONGs de verdad, de esas que ayudan a la gente y no como las de acá, que se la pasan vendiendo humo en la mafia de las asesorías y/o consultorías, y financiando candidaturas y activistas marxistas. 

A diferencia de esos exitosos millonarios filántropos, el caviar, en cambio, es un parásito social improductivo que pretende ejercer su filantropía con dinero ajeno, con dinero del Estado y de las empresas privadas. Es muy bueno para inventar "derechos sociales", que es como llaman a sus ofrecimientos y obsequios a base de dinero público. Otra diferencia es que el caviar siempre resulta beneficiado de sus obras de bien social. Así es como Diego García Sayán ha estado escalando de cargo en cargo hasta pretender ser el secretario general de la OEA. Y así también es como la aun alcaldesa Villarán se encontró sin pensar con la alcaldía de Lima. 

Pero la fiesta se les acabó. Van a tener que buscarse un empleo de verdad o regresar a sus quehaceres del hogar. La gente se cansó de tanto parasitismo improductivo, tanto floro espectacular y tanta pose de buenos chicos. Los caviares tienen que poner las barbas en remojo. La gente ya los conoce.

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