jueves, 4 de junio de 2015

Defensores de la doble moral


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

Ya no sorprende la reacción de los eternos defensores de la moral e incansables luchadores anticorrupción que abundan en la zurda criolla frente a los destapes de las cuentas de Nadine Heredia y sus fastuosos gastos. Basta una mirada a las carátulas y columnas de hoy para ver que en el mundo progre no pasa nada. Pocos se atreven a tocar el tema pero lo hacen para minimizar la situación comparándolo con el Apra y el fujimorismo, donde sin duda también hubo corrupción, como en cualquier régimen, pero que no vuelve santos a los demás. Sin embargo, la imagen que el progresismo quiere vender es que nada se compara con la corrupción de los anteriores gobiernos. Esto lo grafica bien la caricatura siempre puntual de Carlín a la que solo le falta el eslogan “nosotros robamos menos”.

Mención aparte merecen los esforzados mermeleros que defienden a Nadine apelando a los mismos argumentos de Alejandro Toledo: no hay nada ilegal, es dinero de amigos donantes. Así es como aquellos que escarmentan a Alan García por una frase inventada por Jaime Bayli, “la plata llega sola”, hoy se muestran incapaces de enjuiciar a la primera dama, a quien la plata y la suerte parece que le chorrean sin el menor esfuerzo. A ella, los amigos le llegan solos.

Hoy resulta que los progres, expertos en reabrir casos archivados por décadas, abominan del fiscal que se atrevió reabrir una investigación a Nadine Heredia archivada en los tiempos de los llamados “fiscales archivadores”. Los que se empeñaron en citar a toda la familia Fujimori en pleno, hoy se indignan porque la investigación incluye al hermano y la madre de Nadine Heredia. Los que inventaron el mito de las maletas llenas de oro de Fujimori, hoy no quieren hablar de los maletines repletos de dólares que el chavismo traía como valija diplomática para la campaña de Ollanta Humala. Quienes se mofan de las rifas de Keiko no se atreven a investigar los fondos oscuros de la minería ilegal o las narco-cocaleras que financiaron al nacionalismo.

Esta gentita que hoy se pasea por los medios predicando moral, hace una década no eran nadie. Surgieron a la vida pública fotografiándose con el montón de histéricos trepadores que pisoteaba el cadáver del fujimorismo, sumándose alegremente al ajusticiamiento popular del régimen, jurando que lucharon por recuperar la democracia y derrotar la corrupción. Hicieron su carrera política y mediática alimentando diariamente el antifujimorismo rabioso, convertido luego en religión progresista basada en el odio más mezquino e irracional que se recuerde. Hasta en el perfil de sus hojas de vida señalan su condición de hienas del fujimorismo, que ya es toda una especialidad del derecho y el periodismo. Han hecho tesis y libros para narrar sus proezas en su implacable lucha anticorrupción contra el fujimorismo. Pero estos defensores de la democracia y la moral hoy tartamudean, no saben cómo ocular las pruebas de la corrupción del régimen nacionalista que apoyaron con tanto candor. Desorientados, acusan a la concentración de medios, desvirtúan los reportajes y hasta se indignan por el acoso a una mujer.

Los garantes de Ollanta Humala y Nadine Heredia deberían estar hoy al frente y no escondidos mirando a otro lado. No es posible que Mario Vargas Llosa dedique sus columnas a autores exóticos mientras el gobierno que nos impuso para salvarnos de la degradación moral se pudre en corrupción barata. Ahora resulta que los feroces inquisidores del ayer, que condenaban sin pruebas ni atenuantes, hoy deslegitiman las pesquisas y contraatacan recordando el pasado, convertidos en desvergonzados defensores oficiosos de la parejita presidencial. Si hay algo peor que la corrupción es esta plaga de farsantes luchadores anticorrupción, que siempre colocan sus mezquinos intereses políticos por encima de la verdad y la decencia.

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