viernes, 14 de agosto de 2015

La dictadura inmortal


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Hoy se ha producido un hecho histórico e insólito al abrirse la embajada de los EEUU en la isla de Cuba, luego de que fuera capturada hace más de medio siglo por la banda de los hermanos Castro para imponer una dictadura comunista autocrática y hereditaria. La dictadura castrista es una afrenta a la dignidad humana y a todos los principios e ideales políticos por los que ha luchado la humanidad en los últimos tiempos. No merece más que condena y repudio. Por ello resulta insólito que EEUU, el país que ha simbolizado el respeto a la ley, la libertad y la democracia, abra una embajada en la isla del terror castrista.

Aun con todo su perfil y pasado infame, la longeva dictadura castrista parece estar ganando la batalla, no solo gracias a la decadente política sudamericana que se ha pasado la vida apañando al dictador, sino también a la de Barack Obama, quien se ha rebajado al nivel de los típicos idiotas latinoamericanos. La fechoría de los hermanos Castro, dueños absolutos de toda una isla con pueblo incluido, está logrando algo que en cualquier país estaría penado si se tratara de una sola vivienda. Los Castro y su banda de barbudos que se apropiaron ilegalmente de Cuba deberían estar presos. Así de simple.

No hay manera razonable y veraz de justificar la dictadura cubana. Por donde se le mire es una vergüenza. Todas, absolutamente todas las consignas políticas por las que dijeron luchar las han pisoteado, no una sino muchas veces en estos 56 años. Para empezar, entraron a balazos a la Habana con el pretexto de liberar al pueblo de una dictadura y montaron la suya propia. Sacaron una dictadura de 5 años para reemplazarla por otra que dura una eternidad. Pasemos eso por alto un momento. ¿Qué han logrado para el pueblo? Tan solo miseria. Y para colmo, miseria sin libertad.

Toda la cháchara que predicaban en contra del imperialismo yanki se evaporó en el aire cuando Cuba pasó por la más vergonzosa muestra de entreguismo que se haya visto jamás al convertirse en anexo de la URSS. Si antes La Habana era un lugar repleto de casinos lujosos, donde los turistas gastaban dinero en una ciudad que resplandecía de progreso, con la dictadura castrista pasó a ser el prostíbulo de los soldados soviéticos que se peleaban por ser enviados a la isla burdel del Caribe. Las generaciones de cubano-rusos con nombres exóticos empezaron a crecer como espuma. La bloguera cubana Yoani Sánchez lo ha narrado con crudeza y amargura en su blog, justamente llamado "Generación Y" por la cantidad de nombres rusos que llevaban una "Y". 

Fidel Castro acusó de entreguismo a Fulgencio Batista por permitir la inversión americana en la isla, pero luego él permitió el ingreso del ejército soviético para convertir Cuba en plataforma de misiles nucleares. Es decir, los rusos utilizaron la isla como base militar. Nunca se ha visto peor muestra de entreguismo en toda la historia. Peor aun, los cubanos se acostumbraron a vivir de la mendicidad con la ayuda de los rusos. La dictadura castrista le hizo perder a los cubanos hasta su dignidad. Por casi 30 años vivieron mendigando la ayuda soviética mientras Fidel Castro hablaba a gritos de dignidad y vociferaba contra el intervencionismo yanki. Un discurso apto solo para bobos.

Y mientras criticaba el intervencionismo norteamericano, Fidel Castro enviaba tropas cubanas a luchar en África y preparaba contingentes de guerrilleros extranjeros para luchar en Latinoamérica. El intento de expandir el comunismo por toda la región regando los países con guerrilleros y terroristas fue respondido con rigor, provocando cerca de medio millón de muertos. La gangrena comunista no ha acabado aun porque los muertos siguen cayendo en Colombia a manos de las FARC, alentadas por el comunismo cubano desde los 70. En el Perú, los terroristas del MRTA tenían conexión con la dictadura castrista. Nunca hubo pues tanto descaro e hipocresía en la política como la mostrada por Fidel Castro a lo largo de su triste y longeva historia de dictador tropical.

Lo más patético de esta historia es que nuestros insignes luchadores por la libertad y la democracia nunca se cansaron de apoyar la tenebrosa y sucia dictadura de los hermanos Castro en Cuba. Antes bien, la apoyaban criticando el bloqueo norteamericano. Algo que también resulta paradójico ya que por un lado blasfemaban contra el imperialismo yanki, mientras que por otro lado lloraban porque el gobierno de los EEUU había dispuesto un embargo a la isla. Y hay que decir que ese embargo ha sido la única medida digna y decente que se ha tomado en contra de la nefasta dictadura castrista. Algo que, por supuesto, no impedía que Cuba tuviera todo tipo de relaciones con el resto del mundo, como de hecho los tuvo. Lástima nomás que nunca mostró tener el valor ni el dinero para honrar sus deudas. Cuba ha sido sin duda el país más perdonado de la historia. Debido a su miseria le han tenido que condonar deudas multimillonarias que resultaban incobrables.

Fidel Castro no solo le quitó libertad y dignidad al pueblo cubano, sino incluso los rebajó a la condición de parias. Si la dictadura de los Castro permanece en pie, luego del fin del comunismo y la miseria del pueblo, es porque tiene montado el más cruel y eficiente sistema de chantaje y soplonería social jamás visto. Dueño absoluto de todos los empleos y propiedades de la isla, el dictador podía disponer a su antojo quién recibía qué y por cuanto tiempo. La cúpula partidaria pasó a ser la clase alta de la sociedad y los miembros del partido resultaban los más favorecidos en la repartición que hacía el Estado. Los disidentes eran apresados sin ninguna posibilidad de justicia. 

Tan larga sobrevivencia de un régimen de terror y degradación humana solo se explica por la imbecilidad a la que se puede llegar en la política, víctimas de una ideología aberrante que justifica cualquier atrocidad en aras de una utopía que jamás llega, mientras la realidad entera se degrada a niveles de infierno. Todavía vemos a líderes políticos yendo a La Habana a besar la mano del dictador y a tomarse fotos sin sentir el más mínimo reproche moral. Los admiradores del dictador son tantos como los del Che. Mejor dicho, son los mismos. Son los hipócritas que se pasan la vida condenando dictaduras y acusando a otros de genocidas. Dicen defender a un régimen que lucha por la justicia, mientras la realidad es que el jefe de esa dictadura bárbara disfruta la vida en medio de lujos que ningún otro cubano se puede dar. La única igualdad que existe en Cuba es la miseria.

La llegada de John Kerry a la isla prisión de los Castro apenas abre una luz de esperanza para los millones de cubanos que ya no conocen otra forma de vida que la escasez, las penurias y la esclavitud. Por lo menos ha tenido el valor de hablar de democracia y reunirse con los disidentes. Si existen verdaderos defensores de la ética política, la dignidad humana, la libertad y la democracia, lo primero que deberían hacer es exigir que los criminales dictadores cubanos sean sacados del poder y juzgados por crímenes de lesa humanidad.  Es lo que realmente corresponde.

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