miércoles, 30 de septiembre de 2015

Santa idolatría de la pobreza


Por: Richard O. Campos Villalobos

¿Realmente es digno de elogio el ardiente amor por la miseria que hoy pontifica sin réplica el mandamás de la Iglesia Católica? ¿Debemos hacernos de la vista gorda ante tan grosero descaro de alabar la pobreza como si fuera la mayor virtud humana? ¿Acaso es malo ser próspero y exitoso con esfuerzo, trabajo y visión? ¿Es que el conservadurismo estulto de la Iglesia Católica, pretende ahora envenenar las mentes con el odio al progreso? Desde que Wojtyla y sus aliados occidentales lucharan con gran esfuerzo para derrotar al comunismo, primero en su patria al lado del Sindicato Solidaridad y luego en el resto de Europa, no se había visto tal nivel de degradación en el pensamiento eclesial. Antes la preocupación estaba alrededor de los pederastas y sodomitas, pero ahora es por un pontífice que despotrica contra el progreso, con frases que indignan hasta el asqueo. Definitivamente estas no son las enseñanzas del magnánimo Jesús de Nazareth, quién predicó entre los pobres dándoles esperanzas en el reino de los cielos, pero no felicitándolos por su miseria. Jesús aceptó sin problemas la compañía de los más pudientes y se abstuvo de intervenir en política con su famosa frase: darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

¿Qué demencial puede llegar a ser el mensaje de la Iglesia en estos tiempos, si vemos que su jefe máximo es el propulsor de la indigencia? Sin duda Bergoglio es un personaje carismático, no solo por su evidente humildad, que la ostenta irónicamente con un lujoso anillo de brillantes sino también por no gustar del título de Vicario de Cristo, por aludir a la cabeza de una monarquía absolutista, pero tan intolerante como las satrapías que hoy visita sin rubor y sin respeto por las víctimas que ha generado.

La palabra de Bergoglio puede ser carismática en ciertos casos y controversial en otros, pero es en esa pobretolatría donde más incide su mensaje mosqueado ideológicamente por la miasma del comunismo. Es el mismo mensaje empleado por quienes han empujado a países enteros al precipicio económico social y moral, como pasa hoy en Venezuela y Cuba. Bergoglio es un monarca absolutista que aboga por el igualitarismo tribal y predica el amor por la pobreza con frases como “amad la pobreza como a una madre”. Pese a eso Bergoglio no deja de ser un promotor de la inopia en el mundo con sus peligros de dependencia crónica, resentimiento ponderado y odio ancestral. Su discurso sobre el muy conocido refrito del fraude del calentamiento global, ha terminado convertido en Encíclica, cual prueba irrefutable del cuento progresista.

Y no es que el Papa no pueda hablar de pobreza o desigualdad, ese no es el problema; el problema es que la promueve, la ensalza, la inculca y a la vez educa a los miembros de su Iglesia en esa doctrina, que es una doctrina del atraso y la miseria. La frase de Bergoglio “hay que amar la pobreza como a una madre”, no fue un error, fue un golpe artero, un insulto a la inteligencia, porque frases como esa no hacen sino inducir al conformismo y a la resignación. Y es más grave porque lo dijo en un país pobre, no por amor sino por el avasallamiento de la tiranía comunista que lo gobierna hace más de medio siglo.

Es allí, donde el Papa le dice a ese mar de gente oprimida por el comunismo que amen la pobreza como si fuera su madre, cuando se convierte en representante de un cristianismo que inicia la idolatría de la pobreza. Como bien decía Luciano Revoredo “El Papa debió más bien alentar a esa gente a salir de la pobreza con valentía y a luchar por su libertad. Pero sabemos que la pérfida Teología de la Liberación anida en la mente del pontífice argentino”.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Maratón de pobretología en la ONU


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El ciclo de conferencias en la ONU ha desatado una verdadera competencia retórica en torno a la pobreza. Desde el papa Francisco hasta el presidente Obama, diversos líderes han posado como luchadores sociales instando al mundo a derrotar la pobreza, como si se tratara de algún transformer extraterrestre causando estragos en el planeta. En realidad se trata de una mera pose. Olvidan que la pobreza ha venido reduciéndose dramáticamente en el último siglo. Pero lo más grave es que al parecer ignoran cómo se logró tal hazaña; en consecuencia, lo que proponen es eliminar las condiciones que hicieron posible ese logro haciéndolas responsables por los pobres que aun quedan.

De acuerdo a los informes del Banco mundial, en 1980, en pleno auge del socialismo, poco más de la mitad de la gente en los países subdesarrollados vivía en extrema pobreza. Para el 2010, con el comunismo derrotado, esta cifra se redujo al 20%, pese a que la población aumentó en 60%. Esta tremenda reducción tiene su explicación básicamente en el cambio de giro global tras la caída del comunismo, y el ingreso de China en el concierto de la economía mundial, junto a otros países emergentes que se alinearon en la senda del libre mercado, y en particular los llamados "tigres del Asia".

Según el informe del BM titulado “The State of the Poor: Where are the Poor and Where are the Poorest?” entre la última década del siglo pasado y la primera del presente siglo se logró una reducción de 17% en África. "En la región de América Latina y el Caribe, después de permanecer estable en aproximadamente el 12% durante las dos últimas décadas del siglo XX, la pobreza extrema se redujo a la mitad entre 1999 y 2010 y ahora se sitúa en el 6%". Según este y todos los estudios la reducción de la pobreza ha sido una constante en todo el mundo, especialmente desde el inicio de la industrialización y el boom de la tecnología y la ciencia en el siglo XX.

Entre las causas que detuvieron el progreso de la humanidad y la reducción de la pobreza debemos mencionar al comunismo que, cual plaga bíblica, asoló gran parte del mundo durante el siglo pasado. Ninguna nación bajo la férula del comunismo logró desarrollarse ni reducir la pobreza; por el contrario, la incrementaron. En el otro extremo, países que se hundían en la miseria a mediados del siglo pasado, como Singapur, Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong, lograron el milagro del desarrollo gracias a la fórmula de la libertad económica y su apertura a los mercados mundiales, manteniéndose al margen de los experimentos socialistas y lejos de la dominación ideológica de los gigantes del comunismo mundial como los fueron la URSS y China. 

De manera que la pobreza se puede derrotar y la receta no es un misterio. Sin embargo, quienes hoy van al foro de la ONU a posar como luchadores sociales llorando por la pobreza mundial, son los mismos que defienden el modelo del fracaso económico y condenan la fórmula del desarrollo. No nos dejemos engañar por los discursos a favor de la pobreza. Quienes se rasgan las vestiduras por la pobreza son los mismos que condenan la libertad económica, los mercados libres y la integración global, y por lo tanto están promoviendo la miseria. Quienes acusan al mundo libre de sostener un "orden injusto" son los mismos que defendían la injusticia del totalitarismo comunista que aplastaba seres humanos y que hoy siguen callando frente a Cuba, Corea del Norte y Venezuela, países donde la retórica de la pobretología y la dominación de los ideólogos del mundo justo, han generado miseria en un ambiente de restricción de la libertad.

En el Perú no somos ajenos a estas poses plañideras de la pobretología mundial. El presidente Ollanta Humala también es un digno representante de estos llorones por los pobres. También se ha parado en el podio de la ONU para recitar sus logros en la inclusión social, sin mencionar que gracias a su charlatanería de la inclusión ha logrado frenar el desarrollo económico del país, iniciando el retroceso. También el Perú logró despegar apenas tiramos a la basura el esquema socialista de Velasco Alvarado, con cientos de empresas públicas ineficientes y deficitarias, y con un Estado metido de cabeza en la economía como el gran regulador.

El despegue peruano que varios han llamado afuera "el milagro peruano" se dio cuando se redujo el Estado, se privatizaron los servicios públicos, se liberó la economía, se abrieron los mercados y permitimos que llegaran las inversiones sin ningún tipo de restricciones. En menos de 20 años logramos reducir la pobreza de casi la mitad al 23%. Pero la demagogia de los pobretólogos que en lugar de ocuparse del desarrollo solo se preocupan de los pobres, está cambiando las condiciones del desarrollo, tal como viene ocurriendo también en Chile, a cargo del comunismo instalado en el poder con Michelle Bachelet de aliada. 

La demagogia es un mal endémico en Latinoamérica. Los charlatanes de la izquierda fracasada no se cansan de condenar la libertad y el libre mercado porque los odian. En el colmo de la ignorancia, culpan al libre mercado de la pobreza y la exclusión. Pretenden un mundo regulado, una sociedad de ovejas dirigidas por un Estado poderoso donde una casta de burócratas iluminados planifica la vida de todos por igual, velando por nuestras necesidades luego de eliminar esa molesta libertad para decidir que tenemos los ciudadanos. Es el camino al fracaso y a la miseria que ya conocemos en el mundo socialista. Es lo que quieren los charlatanes luchadores contra la pobreza. No debemos permitir que los demagogos de la pobreza nos hagan retroceder eliminando las virtudes del libre mercado, la libertad y la integración. Hay que salirles al frente, darles cara y desenmascararlos como farsantes.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Reforma electoral y partidos políticos


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

¿Por qué no hacemos una Ley del Fútbol para mejorar nuestro deporte rey? ¿O una Ley de Equipos de Fútbol para garantizar su eficiencia y transparencia en pos de alcanzar el éxito deportivo que nos es tan esquivo? Podríamos encargar la supervisión de los clubes a una Superintendencia Nacional del Fútbol. ¿Por qué no? Creo que todo eso va a tono con el pensamiento dominante nacional. Si a usted le parece que estas propuestas no son más que puras estupideces está en lo correcto. Son exactamente eso. Usted pertenece a una minoría, pues por desgracia, esta clase de propuestas constituyen la forma más tradicional -y además políticamente correcta- de pensar en nuestro amado Perusalén.

Lo mismo ocurre con la Ley de Partidos Políticos. Tenemos distinguidos intelectuales diseñando una utopía con la noble intención de mejorar la clase política y fortalecer la democracia y sus instituciones con una maravillosa ley. Una ley que ya ha fracasado clamorosamente pero que ahora insisten en modificar. Desde luego, las modificaciones volverán a fracasar sin ninguna duda. Pero lo último que se cura en el Perú es la obsesión por la ley. Claro que se necesitan leyes pero estas tienen que ordenar procesos y no pretender crear algo que no existe. Por ejemplo, se requiere una ley que norme el proceso electoral, pero no una que se meta dentro de los partidos políticos para decirles como tienen que ordenar su casa o “promover” más partidos políticos.

En realidad no debería existir una Ley de Partidos Políticos. Así de simple. Las personas (y menos la “clase política”) o las instituciones no mejoran o se fortalecen por leyes. Eso no es más que una fantasía. Veamos un ejemplo: tenemos todas las leyes e instituciones (es decir el sistema completo) para luchar contra la delincuencia y la corrupción y sin embargo nos hundimos en corrupción y delincuencia. O sea, no depende de eso. Sin embargo, tenemos una clase intelectual que cree que las leyes son varitas mágicas y no se cansan de recetarnos más leyes, incluso allí donde las leyes ya fracasaron. En el caso de la delincuencia no hacen más que dar vueltas sobre el mismo tema, creando más delitos y aumentando las penas y prohibiciones.

Nunca a lo largo de nuestra historia republicana hemos necesitados una Ley de Partidos Políticos. Cuando la militancia existe, las elecciones internas son una necesidad natural o se arma el toletole. Y ningún partido necesita que le supervisen las elecciones internas, como tampoco lo necesita ningún club. No es tan difícil hacerlo. Tampoco necesitan que nadie les diga a cuántas personas pueden invitar a sus listas. ¡Por favor! Veo que en el Congreso han elevado la valla a 25% y eso se debe a que la mayoría de estos partidos son solo cascarón sin militantes ni cuadros, como el Partido Nacionalista. La realidad se impone: tienen que llenar la lista con invitados.

Tampoco necesitamos que la ley imponga ideologías de igualdad y género obligando a los partidos a reservar cuotas para mujeres y jóvenes. ¡Faltaba más! Es el totalitarismo ideológico en marcha, la ingeniería social que busca transformar la sociedad mediante glamorosas leyes que imponen normas para que la justicia ideal impere por la fuerza. El progresismo está lleno de estos iluminados genios del diseño social, cuyos experimentos totalitarios siempre bienintecionados no solo fracasan sino que causan estragos. Solo falta que legislen sobre cómo debemos organizar nuestro hogar para crear un nuevo hombre con conciencia social. Ya nos están haciendo leyes para la correcta alimentación. 

La ley de partidos y sus reformas propuestas por los genios del diseño social, están plagadas de contradicciones y absurdos. Ya no hablemos de la ridícula financiación pública de los partidos que es abrir otra compuerta a la corrupción y al gasto social. Ahora quieren que el ONPE controle el lavado de activos como si esa fuera su función. Y hay cosas peores: están empeñados en facilitar la creación de más partidos, lo cual es un verdadero disparate. ¿Para qué tantos partidos? El multipartidismo es un cáncer para la democracia, como lo han sido los movimientos regionales en todo el país. Un partido político gira en torno a ideas nucleares de país y de gobierno. Es imposible pues que existan 25 ideas diferentes de país y de gobierno. ¡Es ridículo!

Lo que sobra acá son egos colosales, ambiciones desbocadas y delirios mentales. Hay toda una plaga de chiflados queriendo formar su propio partido y llegar a la presidencia. El proyecto progresista pretende abrir las puertas para que todos esos delirantes consagren su club de Toby como partido político. ¡No gracias! Eliminen esa Ley de Partidos Políticos. Basta con mejorar la ley electoral, donde deben fijarse las vallas para los participantes buscando calidad y no cantidad. Que tengan el valor de respetar la voluntad popular empezando por no hacer obligatorio el voto. Luego hay que impedir que los prontuariados, trepadores, inútiles y saltimbanquis entren a la política, eliminando los beneficios que los atraen, como los altos sueldos, personal pagado, lujos, inmunidad y otras perlas. Y todo eso se hace en una ley electoral. Nada más.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Utopías totalitarias de izquierda y derecha


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez


Hay dictaduras de izquierda y derecha, así como hay ideologías y totalitarismos de izquierda y derecha. No hay mayor diferencia entre ellos, salvo el color de los uniformes y los lemas de campaña. Al final todos se basan en una utopía que se pretende imponer a todos por la fuerza o, en nuestros tiempos, mediante la captura del Estado o la imposición de la ley. No siempre se trata de tomar el poder. A veces basta con una ley o incluso con incluir un solo párrafo en la Constitución. Al final de lo que se trata es de imponer a todos una norma de vida, eliminando su poder individual para tomar sus propias decisiones. El poder totalitario ha decidido lo que es mejor para todas las personas. 

Probablemente haya sido Erick Fromm quien mejor explicó por qué los pueblos apoyan a los dictadores y sus proyectos totalitarios, pese a que significa perder la libertad. A lo dicho en su formidable ensayo “El miedo a la libertad”, me gustaría añadir algunos comentarios. Ya antes he mencionado el éxito de los proyectos ideológicos que liberan al ser humano del peso de su existencia y de la responsabilidad de sus actos para ofrecerles una utopía de salvación. Estos proyectos van desde la religión hasta seudociencias, como el psicoanálisis y el marxismo. Si uno los descompone en sus elementos básicos encontraremos que la fórmula del éxito es la misma. Veamos algunos de estos componentes comunes.

Todo proyecto totalitario se disfraza de una causa noble. Los totalitarios no usan el uniforme militar de los nazis, aunque cabe notar que ellos surgieron ofreciendo recuperar la dignidad de los alemanes vengando una derrota militar. Tenía pues bastante sentido ese uniforme. Los demás totalitarismos ofrecen otros tipos de glorias como la defensa de la justicia, los pobres, el ambiente, los animales, la salud o la vida. Hay muchas causas lindas que ofrecer. Casi siempre son entelequias difíciles de definir pero están adornadas por bellas y conmovedoras imágenes. En los hechos siempre significa eliminar la libertad de algunos en aras de un bien mayor, de una utopía, la cual puede incluso mostrarse como valor superior y “verdadera” libertad, que es lo que ocurre con la prensa amordazada por el socialismo. Así es como todo totalitarismo tiene seguidores posando como súper héroes sociales defensores de causas lindas y nobles.

Otro recurso efectivo del totalitarismo es el empleo engañoso del lenguaje. Sus embustes se parecen a los usados por embaucadores que venden productos inocuos con el mensaje “ayuda a prevenir”. Es decir, no hace nada, pero la gente cree que si. Mensajes abstrusos que van desde “defendamos la vida” hasta “salvemos el planeta” son joyas del embuste colectivo y de la manipulación de masas. La transmutación de la realidad mediante el abuso del lenguaje es una constante en estos sectores. De este modo los pobres se convierten en consecuencia de un sistema perverso, el empresario pasa a ser un explotador y, en el otro extremo, un embrión se convierte en “inocente niño” o incluso en persona humana de derecho pleno, mientras que la mujer que lo contiene y lo sostiene es degradada a nivel de simple incubadora sin opinión. Al final los pobres y los fetos pasan a ser objetivos de campaña dejando de lado la realidad y el contexto. La retórica se ocupará de montar el espejismo que reemplaza a la realidad. 

Paralelamente corre el trabajo de descalificar al oponente pintándolo como el monstruo y enemigo: explotador, asesino, genocida. No hay debate posible porque la causa ha sido revestida con los formatos de una verdad dogmática fuera de toda discusión y untada, además, con el crisma de la moral más elevada. Nunca faltan los "líderes de opinión" que se prestan a posar a favor de la causa noble ejerciendo su papel de "politicamente correctos". Los eslogans de campaña son fundamentales. Tienen que ser encantadores y fáciles: "Yo defiendo la vida". "Ayudemos al planeta". La cereza del pastel es siempre el empleo de las masas que marchan exultantes vivando a sus líderes salvadores y agitando las pancartas de la causa. Con todo esto tenemos configurado el accionar del totalitarismo. El puntillazo final es el empleo del Estado para perpetrar la restricción de la libertad y penalizar las conductas que se desvíen del cauce impuesto y traicionen los elevados fines de la ideología.

El resultado de estos proyectos totalitarios y utópicos son siempre los mismos: degradación social y miseria. La razón es simple: los utópicos se enamoran de una idea y dejan de lado la realidad. Las campañas totalitarias anulan la razón y apuntan a la sensiblería, buscan las emociones primarias. La gente acaba enamorada de la causa por una imagen: el "inocente niño por nacer" o los glaciares derretidos. Es mucho pedir que las masas piensen y hagas reflexiones de costo beneficio apostando por medidas que pueden parecer difíciles y duras, pero que a la larga traerán beneficios para una sociedad mejor. El facilismo mental de las masas solo mira el presente y actúa convencido por sus emociones.

Nunca será buena una causa totalitaria que toma decisiones por las personas. Nada puede reemplazar a la exitosa fórmula de la libertad individual donde cada quien decide por sí mismo, en busca de lo mejor según su propio contexto y realidad. La suma de buenas decisiones individuales siempre será muy superior a la decisión universal impuesta a todos por igual, por un puñado de totalitarios iluminados instalados en el Estado o usando sus leyes para sus fines ideológicos. Pero aunque todo esto sea muy fácil de comprobar a lo largo de la historia, nada sigue siendo más difícil de defender que la libertad. Por paradójico que parezca, la gente prefiere las utopías a la libertad. A veces creen que la pérdida de libertad no les afectará a ellos. Pero esa idea es falsa. La miseria final afectará a todos sin excepción. 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Por la union de la derecha argentina



Escrito por: Agustin Laje Arrigoni


Cuando el socialismo parecía totalmente acabado ante la monumental implosión de la Unión Soviética, nadie podía ser capaz de suponer que, apenas una década más tarde, algo llamado “socialismo del Siglo XXI” hegemonizaría la consciencia latinoamericana frente a una anorexia política y cultural de una derecha desconcertada e incapaz de reconocerse siquiera a sí misma.
En rigor, una ilusión asomó en el mundo en aquellos tiempos de fines del siglo pasado, y quedó resumida en dos tesis que nos acompañan hasta hoy: el “fin de la historia” de Francis Fukuyama, según la cual la victoria de la democracia y el capitalismo en el mundo era definitiva, y el “fin de las ideologías” de Daniel Bell, que anunciaba el arribo de un mundo dominado por la racionalidad técnica.


Hija de estas dos tesis que hoy las sabemos falsas, es la masiva opinión de que “las categorías derecha e izquierda ya no guardan ningún sentido relevante”. En efecto, se argumenta que hablar de derecha e izquierda en los tiempos que corren constituye un anacronismo incapaz de representar la complejidad y heterogeneidad de las ideas circulantes.
Frente a ello habría que decir que esa ha sido precisamente, desde su origen, la función social de las categorías “derecha” e “izquierda”: simplificar la realidad política en dos polos identificables. Se trata de una suerte de “atajo cognoscitivo”, disponible para aquellos que, en virtud de la escasez de información, necesitan ubicar las ofertas políticas en un esquema tan simple como sea posible: un segmento construido por dos puntos antitéticos.


Es cierto que a lo largo de ese segmento, que va de izquierda a derecha, se pueden encontrar matices. Pero esos matices por lo general no van más allá de agregarle la palabra “centro” a la categoría “izquierda” o “derecha”, como forma de significar que determinado actor o partido no lleva los principios al extremo. Es decir, la idea de centro no puede prescindir de la existencia de una derecha y una izquierda. La frecuente expresión de que determinado sujeto o partido “no es de derecha ni de izquierda” lejos de rebatir nuestra argumentación, evidencia que “derecha” e “izquierda” guardan todavía significados bien conocidos en los tiempos que corren. En efecto, si fuese cierto que “derecha” e “izquierda” constituyen categorías sin ningún significado actual, nadie podría calificar ni ser calificado como “ni de izquierda ni de derecha”, pues tal expresión conlleva una concepción previa sobre lo que ambas palabras significan.


La mejor prueba de que la lógica binaria que estructura los pares opuestos “derecha” e “izquierda” no constituye anacronismo, es que se continúan utilizando para describir y representar las ideas políticas hoy día. Jamás es difícil colocar en una comparación entre candidatos a uno a la derecha del otro, y viceversa. Lo propio es sencillo de hacer también respecto de los partidos políticos.
¿Qué significa entonces ser de “izquierda” o de “derecha”? Digamos, primero que nada, que “derecha” e “izquierda” no son en sí sistemas de ideas. Son, como venimos insistiendo, categorías que subsumen una pluralidad de sistemas de ideas y posiciones ideológicas no necesariamente armónicos entre ellos mismos.


Todo momento histórico tiene un conjunto de temas fundamentales sobre los cuales tomar posición. Las ideas de “derecha” e “izquierda” se van configurando a partir de las distintas posiciones que los sistemas de ideas van tomando respecto de esos temas centrales. Así pues, un sistema de ideas puede estar en distintos puntos de la díada dependiendo del tiempo y del espacio. El liberalismo del Siglo XVIII era ubicado, por ejemplo, en la izquierda. Los asambleístas liberales franceses el 27 de agosto de 1789 se sentaron a la izquierda del recinto y, entre ellos, estaba Frédéric Bastiat, cuyas ideas son hoy retomadas por un liberalismo del Siglo XXI que pocos espectadores contemporáneos tenderían a calificar como “de izquierda”.

La izquierda de nuestros tiempos, a su vez, se ha tornado profundamente estatista, diferente de la prédica del marxismo tradicional que versaba sobre la necesidad de abolir el Estado en el proceso que lleva al momento comunista. Y si la izquierda es hoy profundamente estatista, la lógica antitética inherente a las categorías que estamos analizando debiera conducirnos a concluir que la derecha de nuestros tiempos debe tender al minarquismo, esto es, promover un Estado mínimo abocado a sus funciones esenciales. Lo mismo vale para el análisis del resto de los antagonismos que estructuran nuestros temas centrales hoy.


Hay miedo por parte del espectro liberal, sin embargo, en asumir que el minarquismo constituye hoy una expresión de “derecha”, toda vez que el estatismo lo es de “izquierda”. El mismo miedo existe respecto de los demás temas fundamentales: miedo a asumir que si la igualdad material continúa estando en el horizonte de las aspiraciones de la izquierda, la libertad individual debe ubicarse entonces entre las características distintivas de la derecha, dado que si algo conlleva la igualación material, eso es la abolición de las libertades individuales; miedo a asumir que si el intervencionismo es rasgo izquierdista, la defensa del mercado libre debe posicionarse necesariamente en la derecha; miedo a asumir que si el relativismo cultural y moral es propio de la izquierda, una defensa del orden natural y los valores occidentales deben estructurar la axiología de la derecha; miedo a asumir que si el populismo es una característica del “socialismo del Siglo XXI”, el republicanismo hoy se posiciona a la derecha de aquél, y así sucesivamente.


Los liberales deben (debemos) hacer una autocrítica: el “fin de las ideologías” y el “fin de la historia” han sido falacias que, pretendiendo borrar a la izquierda del mapa ideológico, sólo lograron hacer del liberalismo un conjunto de preceptos tecnocráticos y economicistas sin mayor gracia. La ausencia de una derecha y un centro-derecha con cierta fuerza política en nuestro país obedece en gran parte a esto último: allí donde el “socialismo del Siglo XXI” asumió su lugar como la izquierda de nuestros tiempos, el liberalismo de nuestro siglo no asumió su propia posición, haciéndose ininteligible para las masas.


Gran favor le haría a nuestra democracia, en términos de su riqueza y variedad, ver consolidarse una nueva derecha o centro-derecha en nuestro país. Pero el principio de todo será admitir que estas categorías, guste o no, jamás perdieron su relevancia. Y una vez advertido ello, se deberá auspiciar una amplia coalición entre muchos de los sectores que hoy están contenidos en la “derecha”, fundamentalmente las distintas variantes de liberalismos, los nacionalismos moderados y los grupos conservadores, a través del hilo conductor que acerca a todos ellos y que, en rigor, es hilo conductor de la derecha en sí: el anti-igualitarismo (ver “Derecha e izquierda” de Norberto Bobbio).
Esta gran coalición de derecha luego podrá resolver sus matices y posiciones diversas en internas partidarias, tal como ocurre en la derecha chilena con la UDI, o como ocurre en Estados Unidos con el Partido Republicano. Un partido político donde hay una visión idéntica sobre todas las cosas y donde no se generan líneas internas heterogéneas, después de todo, no es un partido político sino una secta politizada.


Ha llegado la hora de reunificar a la derecha argentina con sus importantes variantes y dejar atrás los purismos sectarios que hemos visto fracasar una y otra vez.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Por 5 lucas me compro un juez


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La justicia es un valor supremo en cualquier sociedad civilizada. Para eso se han creado sistemas de justicia, cuerpos legales y toda una casta de profesionales encargados de defender las causas ante el poder encargado de impartir justicia. Pero todo esto fracasa cuando no existe institucionalidad. Es decir, cuando la justicia no es lo que prima como valor. Entonces toda esa parafernalia de entidades, leyes y profesionales de justicia no pasan de ser marionetas en un teatro de títeres. 

Uno de los principales problemas del subdesarrollo es que no existe institucionalidad. Es decir, los valores básicos de una sociedad civilizada no son los que predominan. Por encima de todo se hallan el servilismo, el partidismo, el sectarismo y el totalitarismo. Estos males son comunes en nuestros países y se hacen visibles en fallos tristes como los que vemos en la Venezuela chavista, donde un fantoche Poder Judicial, dominado por el PSUV, acaba de condenar a un líder opositor a más de 30 años de cárcel por el delito de marchar contra el gobierno que ha llevado a Venezuela a la ruina. Es una copia fiel de la justicia que hay en Cuba, donde los opositores son "traidores a la patria".

En el Perú no podemos sentirnos a salvo de esos peligros. Los jueces y fiscales están al servicio de causas ulteriores a la justicia o andan sometidos al poder de turno. En el mejor de los casos se trata de mediocres burócratas que no ven más allá del procedimiento y terminan soltando delincuentes por defectos de un expediente. Para estos limítrofes de la ley es más importante seguir estrictamente los pasos del reglamento que impartir  justicia y condenar a los delincuentes. El procedimiento se convierte así en el objetivo principal del sistema, dejando de lado la justicia y abandonando su misión de servicio a la sociedad. El sistema jurídico es un fin en si mismo, ajeno a la realidad.  

Gracias a estos encantadores recursos jurídicos es posible escamotear todos los días la justicia y proteger a los delincuentes. Hemos visto cómo el PJ ha impedido que los fiscales investiguen a la primera dama aduciendo que anteriormente unos fiscales archivaron su investigación sin investigar. De este modo el PJ se hace cómplice del delincuente apelando a la defensa del procedimiento. El valor supremo de la justicia quedó en el tacho, la misión del PJ ante la sociedad quedó de lado para servir a la primera dama. Y en bandeja.

La crisis del sistema de justicia en el Perú, es total. La podredumbre está en todos sus niveles y empieza incluso desde la fiscalía, donde se hicieron famosos los "fiscales archivadores" que hicieron posible la era más amplia de corrupción nacional. Hasta el mismísimo Fiscal de la Nación tuvo que ser destituido. Por su parte, el Poder Judicial nunca pudo salir del pozo séptico. Hay magistrados supremos cuestionados y todos los días aparecen denuncias de jueces corruptos o ineptos. La gran pregunta que nos hacemos los peruanos es si podemos esperar justicia de este Poder Judicial.

Para todo el país es evidente que la pareja presidencial es parte de una organización mafiosa que se las arregló para llegar al poder mediante medios ilícitos, y que la cabecilla de dicha organización es la primera dama Nadine Heredia, hoy presidenta de esa PYME familiar llamada Partido Nacionalista, en donde se han repartido los cargos y los dineros sus hermanos y otros parientes. Los vínculos de la primera dama con una organización mafiosa dedicada a aprovecharse del poder, y cuya cara más visible, Martín Belaunde Lossio, era amigo entrañable, promotor y financista de la actual parejita presidencial, son obvios y públicamente conocidos. 

Las agendas de Nadine son la cereza del pastel. Corroboran centímetro a centímetro las sospechas que ya se tenían desde la campaña del 2006, cuando era obvio que a Ollanta y Nadine le llovían fondos turbios para montar su combi electoral hacía palacio. Pero todo eso está por ser echado por la borda para limpiar, una vez más, a Ollanta y Nadine. Ya antes se han salvado de cargos muy serios como los de Madre Mía, el Andahuaylazo, el resguardo de Oscar López Meneses, etc. Si alguna vez hubo en el Perú personajes más cercanos a una casta de intocables de la ley, esos tienen que ser Ollanta Humala y Nadine Heredia, cuya buena estrella los ha protegido para salir de la nada hasta llegar a palacio de gobierno. Una buena estrella y muchos amigos turbios a su alrededor.

La pregunta es si los peruanos seguiremos dejándonos tomar el pelo por todos ellos.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Chapa a tu político estatista


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El Estado crece y crece con cada gobierno, todos inventan más ministerios, el presupuesto aumenta sin control y el gasto corriente se incrementa sin que a nadie le interese. Solo saben quejarse de la falta de seguridad, pero al parecer no caen en cuenta que la inseguridad general es consecuencia de que los políticos y el Estado se dedican a otras cosas dejando de lado lo esencial y prioritario. 

Del millón y medio de burócratas que tenemos parasitando el Estado solo hay 130 mil policías, de los cuales solo la cuarta parte hacen servicio efectivo. Hay lugares donde no hay policías ni comisarías. Distritos con más de 100 mil habitantes solo tienen 20 policias. El gasto del Estado se destina a mantener ministerios inútiles como el de la mujer, el de inclusión social, cultura, etc., o entidades parásitas de adorno como la Defensoría, mientras lo esencial que es la seguridad, queda en el abandono. 

En lugar de campañas de "chapa tu choro" deberían chapar a los políticos que solo proponen más ministerios y más gasto social. La relamida "reforma del Estado" se oye hace 20 años y nadie tiene los cojones para emprenderlo. Se necesita a gritos una reestructuración radical, eliminando tantos ministerios inútiles, fusionándolos y crear un programa social temporal para los burócratas que salgan del Estado mientras se acomodan en el sector privado. Así se hizo en los 90 para reducir el paquidermo del Estado incapaz que teníamos y funcionó. Aunque luego vino Toledo y con su demagogia empezó a reincorporar trabajadores estatales que ya habían cobrado todos sus beneficios de ley y cuando las empresas estatales donde sirvieron ya no existían. Así fue como empezó la demagogia estatista que inició el retorno al pasado incrementando sin control el tamaño del Estado.

La próxima campaña electoral debe estar centrada en el debate de la reforma del Estado, destinado a su reducción drástica para onfocar su tarea en lo central que es la seguridad. Sin seguridad no hay nada. Se van las inversiones, las empresas pierden, la educación se vuelve riesgosa porque explotan granadas en las escuelas, asaltan a los estudiantes robándoles sus mochilas, celulares y laptops, el turismo se detiene, etc etc etc. No hay país que pueda progresar sin seguridad. Que se dejen de hacer tantas tonterías sociales que solo sirven para posar en la foto como santos de la filantropía con dinero público, y que se dediquen a lo fundamental que es la seguridad, para empezar.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Cómo crear ciudadanía liberal


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

Crear ciudadanía se ha convertido en una de las letanías favoritas del progresismo. Se puso de moda con la ex alcaldesa Susana Villarán que lo repetía cual conjuro mágico, dando a entender que era una de las principales metas de su gestión. Mientras que a muchos nos provocaba hilaridad, pocos se detuvieron a pensar en el significado de la frase que hoy vuelve a repetirse en boca de los precandidatos de izquierda. ¿Qué cosa significa “crear ciudadanía”? 

Como ya sabemos, la izquierda es un sector intensamente ideologizado. Esto significa que para un progre la realidad no es lo que es sino que todo carga con un significado especial, con una cualidad intrínseca que se reparte entre lo bueno y lo malo. Al final de cuentas, una ideología es, en principio, una guía de valores para distinguir lo bueno y lo malo. A continuación viene un plan de acción para reformar el mundo y hacer que todo sea bueno, según esa escala. Allí es donde empiezan las divergencias entre los soñadores de la izquierda: ¿cómo construir un mundo maravilloso donde todo sea perfecto? Unos creen que el mundo injusto se destruirá por sí solo debido a sus contradicciones internas, dando paso inexorablemente al paraíso socialista. Otros, más impacientes, prefieren acelerar el proceso avivando las contradicciones internas para que se auto-destruya más rápido. Esto quiere decir provocar el caos y la agitación social predicando el odio al sistema. Luego están los que prefieren recurrir a la dinamita y al fusil para eliminar a los enemigos del cambio y destruirlo todo rápidamente.

Pero nada de esto puede lograrse si la gente no está convencida de que el mundo es injusto. El primer paso de toda revolución progre es convencer a la gente. Marx hablaba de la conciencia de clase, es decir, la clase trabajadora tenía que ser consciente de su rol de explotados y de su número, que les daba la capacidad para iniciar una revolución y cambiar el orden. De allí surge la necesidad de la conciencia social, primer paso para el logro de la revolución socialista. Con el paso del tiempo esta conciencia de clase ha terminado siendo simplemente “ciudadanía”. Si uno trata de descifrar su significado a partir del uso que le da el progresismo, se refiere a la creación de una sociedad parásita, cuya única conciencia social es la de estar dotada de infinitos derechos exigibles al Estado. De no recibirlos apropiadamente, tienen también el derecho de emprender una petit revolución hasta conseguir el reclamo social.

Lo cuestionable es que la creación de ciudadanía consiste en formar parásitos dependientes del Estado en lugar de dueños de sí mismos. Se ha impuesto la tesis de que toda persona adquiere derechos en el instante mismo de la concepción. De hecho, el presidente Humala ha ofrecido programas sociales a lo largo de todas las etapas de la vida, desde la concepción hasta la muerte. Hay una curiosa alianza de extremos en esta tesis.

Nosotros creemos que la verdadera ciudadanía pasa por formar personas libres e independientes, capaces de determinar su existencia por encima del Estado. Los verdaderos ciudadanos deberían ser capaces de cuestionar al Estado que ellos sustentan con su trabajo, capaces de cuestionar su crecimiento, limitar su tamaño y gasto, puesto que son ellos quienes lo mantienen. El verdadero ciudadano es consciente de que a más Estado más problemas porque crecen la corrupción y el abuso de poder. A más Estado más trámites y mayores costos para los ciudadanos. A más Estado menos libertad para la sociedad. Un verdadero ciudadano se preocupa de que el Estado aumente, no solo en organismos públicos y burocracia sino también en la profusión de leyes intervencionistas y regulatorias. 

La verdadera ciudadanía implica exigirle al Estado que cumpla con sus obligaciones básicas, como la seguridad y la infraestructura, y exigirle al mismo tiempo que no intervenga en la vida de las personas. Debemos enseñar desde la escuela que el ciudadano es libre y que el Estado es el garante de esa libertad, no es su tutor ni su padre, ni su dios. Es solo un conjunto de empleados mantenidos por los ciudadanos, a quienes les debe atención esmerada y respeto.

Psicosociales del gobierno


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

De pronto, el día en que Rosana Cueva se presentaba en el Congreso de la República y se debatía luego el caso Oscar López Meneses, ambos temas que comprometen al gobierno, Lima se vio inundada de granadas y burdos trapos rojos con supuestos mensajes senderistas. Es decir, ya no solo son granadas de extorsionadores de colegios y comerciantes, como se pensaba, sino incluso de SL. Pero todo junto en el mismo día. Demasiado como para creerlo.  Se dice que en política no hay coincidencias. Es cierto. Y menos tantas y tan burdas. Tal parece que las granadas se consiguen en la Cachina, como cualquier celular robado. ¿Así de fácil es? ¿Quién maneja esas granadas?

Lo trágico de este psicosocial claramente montado por el gobierno es que hay un policía muerto. Un muerto que se suma al de Emerson Fasabi, ex empleado de la familia Humala-Heredia, misteriosamente desaparecido y hallado luego con lesiones internas típicas de tortura. El asunto de la mafia política de los Humala-Heredia que salió a la luz precisamente con el caso de Oscar López Meneses y se coronó con el destape de las agendas de Nadine, se está calentando cada día más. Ya están apareciendo muertos, y esto recién empieza.

Lo curioso de todo esto es que la izquierda no dice nada, anda calladita. ¿Qué pasó con los famosos indignados? ¿Dónde están los luchadores de la moral que organizaban sus flash-mob por las redes para protestar contra la inmoralidad? ¿Y dónde están las ONGs de DDHH del rojerío pro terruco? ¿Han dicho algo por la muerte de Emerson Fasabi? ¿Les ha preocupado esta extraña muerte de un humilde hombre ninguneado y negado hasta por el cobarde Cosito? ¿Dónde están los abogados de IDL, siempre tan solícitos defensores de cuanto terruco aparece al frente, que no han aparecido ahora para defender a la empleada de Nadine, acusada por esta de ratera ante la fiscalía? Allí no se ofrecen en la defensa. Nadie del rojerío mueve un dedo cuando se trata de Ollanta Humala. 

¿Alguien ha leído un comunicado de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, esa cueva de defensores de terrucos, diciendo algo por la muerte del valeroso policía Castellanos, fallecido tratando de desactivar una granada frente a un colegio? ¿Aunque sea un breve comunicado de dolor, que muestre congoja, condene el acto de violencia y se solidarice con los deudos? No. Nada. Y es que la CNDDHH Es una institución que solo sirve para el activismo comunista. Ellos solo lamentan las muertes de los agitadores de los antimineros, de los revoltosos y de los asesinos de policías cuando son reprimidos y heridos. Allí si corren a socorrerlo, a defenderlo y a condenar a la policía. 

Bueno, estas son las cosas que ocurren en nuestro país en estos días. Hay que ir viendo quién es quién y de qué pie cojean. No hay novedad en la doble moral de la izquierda. Son lo que son. Y por eso están donde están en las preferencias electorales.  No llegan ni al error estadístico. Tomemos nota para que los falsos predicadores de la moral y defensores de terroristas no nos tomen el pelo.

domingo, 6 de septiembre de 2015

PROGRAMA SOCIAL192



Escrito por: Elvis Occ

Un funcionario de PETROPERU dijo que el pozo192 contenía 150 millones de barriles de petróleo comprobados. Por quién? Ni idea. Según cálculos de los mismos profesionales, este pozo tiene para producir a lo largo de tres décadas -que restandole los dos primeros años de acomodo- produciría aproximadamente 12 mil barriles diarios. Se dan cuenta de la barbaridad que están haciéndonos creer? Si así fuera la Pacific lo estuviera peleando. No hay pozo en el mundo del cual se pueda obtener esa abzurda cantidad de barriles diarios de petróleo. Es una estafa.

Para variar, el tipo de petróleo que produce el pozo192 es pesado -como casi todo el petróleo peruano- con exceso de agua y de sulfuro. Es muy costoso de refinar y en comparación al crudo ligero, su precio es bajísimo en el mercado por obvias razones. Los congresistas y algunos “especialistas” en la materia nos están dando gato por liebre. En esto hay dos partes que se verán claramente beneficiadas con la capitalización de 700 millones de dólares que aportara el gobierno –Petroperu no tiene capital suficiente, solo arroja pérdidas- para tal proyecto: los políticos que buscan votos y los que sean premiados con amañadas licitaciones.


No importa que el estado peruano tenga que indemnizar al despojado Pacific Stratus Energy con cerca de 100 millones de dólares. No es dinero de ellos y no tienen que rendirle cuentas a nadie, además es un acto patriótico. Y qué hay del pueblo loretano que vive cerca del pozo192? Lo más probable es que Petroperu emplee unos cuantos. Al menos el dinero no saldrá del país, pero en Loreto no se quedara. Las corporaciones que se coman la torta regresaran a Lima cuando algún escandalo termine con ese programa social llamado “área estratégica”. Al menos esta ha sido una oportunidad más para ver el verdadero rostro político de algunos y la cara dura de los de siempre.

www.elvisocc.org

viernes, 4 de septiembre de 2015

Un país en retroceso


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Lo ocurrido anoche en el Congreso nos ha recordado que somos un país chicha, con instituciones de cartón que solo sirven para la fachada y partidos políticos sin norte definido. Acá ya no funcionan los analistas políticos. Se necesita convocar videntes, astrólogos y chamanes para adivinar qué es lo que puede pasar en el futuro de la política peruana. Lo único que parece seguro es que las turbas siempre se salen con la suya. No importa de lo que se trate. La chusma -perdón, "el pueblo"- siempre tiene la razón. 

Lo más gracioso de todo es que tremendo alboroto es por casi nada. Hasta resulta cómico. Se pelean apenas por un hueso. Parece que los hermanos loretanos alucinan que están en el golfo de Maracaibo, flotando en petroleo, pero lo cierto es que se trata de un pocito de 10 mil barriles diarios que salen con mucho esfuerzo y costo. En todo caso, si lo que les preocupa es la explotación eficiente de ese recurso, ¿no deberían asegurarse de que lo haga una empresa experta y reconocida mundialmente? Al contrario de lo que indica la lógica más elemental, los loretanos exigen que lo haga Petroperú, una empresa que no sabe lo que es explotación desde hace 30 años y que, si le dieran el encargo, tendría que hacerlo subcontratando a otras empresas, y lo haría mediante los tejes y manejes oscuros en lo que son tan expertos nuestros burócratas. ¿Alguien puede entender a estos "de la selva sus revoltosos"?

Lo más patético de esta comedia corrió a cargo del fujimorismo, que acabó convertida en furgón de cola del Frente Amplio y obedeciendo los mandatos de Manuel Dammert. Si alguien pensó que Fuerza Social podía ser la última fortaleza para defender el liberalismo, pues ya es hora de que se quiten ese sueño. Lo cierto es que no pasa de ser otro partido chicha, formado con improvisados sin calidad intelectual ni formación política alguna. Solo les falta repetir el discurso acerca de la "soberanía energética", la "actividad estratégica" y toda esa basura retórica inventada por el velascato hace 40 años para justificar el estatismo en todas las áreas de la economía, y que hoy se ha vuelto a oír en boca de nuestros padres de la patria. 

No cabe duda de que el Perú es un país en retroceso. Vamos camino de vuelta al estatismo. No tan rápido como lo hace una revolución pero si a paso lento. Es la dirección que hemos tomado y que seguimos hace 20 años, desde el segundo gobierno de Alberto Fujimori, quien fue el primero en empezar a desmantelar el modelo impuesto por un equipo técnico a principios de los 90. El rumbo es efecto del populismo electorero. Uno tras otro, los gobiernos han sucumbido a las muchedumbres histéricas manipuladas generalmente por la izquierda, que nunca gana en las elecciones pero acaba siempre imponiendo su agenda a punta de movilizaciones populares y tomas de carreteras, puentes, instalaciones y violencia descontrolada.

El Estado sigue creciendo sin control alguno. Cada gobierno inventa sus ministerios favoritos en busca de votos. El primero fue Fujimori quien inventó el inservible Ministerio de la Mujer. Ya en la Constitución habían creado el adefesio de la Defensoría del Pueblo, un jarrón chino que adorna los salones del Estado sin utilidad alguna. Toledo inventó docenas de organismos parásitos llamados "Comisión Nacional". García nos heredó el lastre de los ministerios del Ambiente y de Cultura, que paralizaron las inversiones en esta gestión, la que se dio el gusto de crear su Ministerio de Inclusión Social y otros mamarrachos inútiles como la Oficina del Diálogo. La planilla del Estado crece sin que a nadie le preocupe, al punto que el ministro de trabajo José Villena admitió que nadie sabe cuántos empleados públicos hay. Por lo pronto, el Congreso ya superó los 4 mil empleados, incluyendo a los empleados fantasmas. Pero todo esto a nadie le interesa. Al contrario, ahora empezamos con las empresas estatales "en defensa de la soberanía".

De manera que seguimos gobernados por la chusma y rumbo al socialismo, inexorablemente. Nadie lo quiere admitir, pero en el Perú no existe un líder político. Todos son monigotes en busca de votos y están dispuestos a colocar sus velas ideológicas de cualquier lado, siempre para aprovechar el viento que las multitudes exhalan. Y nosotros criticando tontamente al chavismo.