miércoles, 4 de noviembre de 2015

Discusión preferencial


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El Congreso acaba de tirar al tacho la anulación del voto preferencial, introducida afanosamente por politiqueros sin oficio y opinólogos disfrazados de gurús electorales. El pretexto era una supuesta reforma indispensable para una verdadera democracia. Pamplinas. La verdad es que nada de eso es cierto. Todo lo contrario. Nada es más adecuado que dejar en manos del mismo elector la decisión de por qué persona votar. No hay mejor democracia que esa. Así de simple. Aun cuando exista la democracia más perfecta en los partidos, pues no todos están partidarizados.

El voto preferencial fue instituido por la dictadura militar en 1978 para las elecciones de la Asamblea Constituyente con el aparente propósito, según se dijo, de eliminar las cúpulas partidarias. Fue un buen intento pero fracasó. El partido aprista hizo campaña alentado a votar marcando C-1 que identificaba a Víctor Raúl Haya de la Torre y este ganó. Lo mismo pasó en los demás partidos. Pero paulatinamente los ciudadanos han aprendido a identificar a su candidato preferido y votar por él, indistintamente de cuál sea su lugar en la lista. Es así que Javier Valle Riestra, por ejemplo, fue elegido siendo último de la lista. 

Con el voto preferencial el poder lo tiene el ciudadano. No hay nada mejor que eso. Sin embargo, ha sido satanizado equivocadamente por algunos culpándola de males que en realidad nada tienen que ver con este mecanismo electoral. Por ejemplo el transfuguismo, razón por la que el presidente Humala y sus secuaces del Congreso, hacen cuestión de Estado por el voto preferencial. Ellos creen que han perdido 20 congresistas por culpa de ese voto. ¿Se puede ser tan estúpido y estar en la política?

El transfuguismo es producto de las combis electorales armadas a última hora con trepadores recién llegados a quienes nadie conoce. Ese es el caso de Gana Perú y muchos otros que llevan verdaderos mamarrachos al Congreso. El otro problema es la falta de identidad ideológica. Muchos grupos políticos solo están alrededor de un personaje que detenta un liderazgo temporal. Pasado el efecto magnético de este líder, sus allegados se van. No es pues culpa del voto preferencial. El transfuguismo no se soluciona eliminando el voto preferencial ni mucho menos haciendo ridículas leyes prohibicionistas que amenazan a los políticos que intentan desertar. Ambas medidas atentan contra la libertad, los derechos y la democracia. 

Una democracia no se puede sustentar en el mandato imperativo de leyes antojadizas sino en la voluntad popular. Los partidos tienen que sustentarse en ideas y principios, no en líderes temporales. La única verdadera reforma electoral trascendental es eliminar el voto obligatorio. No podemos tener una democracia sustentada en la amenaza del ciudadano que no vota. Supongamos que en una familia de diez personas solo tres quieren pedir una pizza. ¿Qué sentido tiene obligar a los diez a votar sobre qué pizza se va a pedir? Y esto es lo que ocurre en el Perú donde al 65% de la gente le interesa un pepino la política pero son arriados a votar como borregos. Allí está la razón de que salgan electos tantos mamarrachos que solo son famosos gracias a la TV y los diarios de 0.50 céntimos. 

Pero esa es la reforma que se resisten a discutir porque saben perfectamente que sin el voto obligatorio jamás hubieran salido electos. Lo demás es puro cuento y floro.

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