viernes, 22 de enero de 2016

El Estado multiconfesional


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

La candidata del Frente Amplio, Verónika Mendoza, puso sobre la mesa el tema de la relación entre el Estado y la Iglesia al decir que, de llegar a la presidencia, eliminará los aportes del Estado a la Iglesia Católica. Añadió que debería tratarse a todas las confesiones religiosas por igual, “sin discriminación”. A continuación, el candidato morado, Julio Guzmán, y después Keiko Fujimori, propusieron casi lo mismo: darles dinero del Estado a todas las confesiones religiosas. Esto quiere decir que en vez de avanzar hacia un Estado laico moderno, desligado de la Iglesia, lo que se pretende es crear un Estado multiconfesional. O sea que estaremos peor que antes, lo cual es ya el colmo del ridículo.
No hay nada más funesto que andar prometiendo plata del Estado. Es política barata, populista y demagógica, además de irresponsable. El erario no es la caja chica de los candidatos para que vayan por allí prometiendo plata como cancha para todos. Y mucho menos para financiar actividades privadas, como son las iglesias. ¿Cuál es la razón para que el Estado financie a las iglesias de toda clase, desde los vernaculares hasta los vividores que cobran por la entrada?
También eso de poner a la Iglesia Católica en igualdad con las demás iglesias es un disparate. Diré más: toda postura igualitarista basada en el dogma de la “no discriminación” es absurda. Al progresismo le encanta predicar el igualitarismo y la no discriminación, aunque luego se dediquen a discriminar para crear sectores privilegiados. Es solo otra forma de clasismo. La izquierda discrimina pero al revés. En todo caso, es ridículo colocar a la Iglesia Católica, con todos sus años y su influencia en la cultura peruana (que no me gusta), en el mismo nivel que los demás manicomios de la fe. Hay que discriminar, necesariamente.
Lo mejor sería avanzar hacia un Estado verdaderamente laico, eliminando el fetichismo de sus actos oficiales y liberando a las instituciones tutelares de la patria de su adoración y culto hacia santos patrones, para empezar. Desgraciadamente es imposible hablar de estas cosas en un país donde el adoctrinamiento religioso se inicia en la primera infancia y se prolonga a lo largo de toda la etapa escolar, por lo que la mayoría de la gente casi no tiene otra forma de pensar que no sea religiosa, y muchos defienden esas creencias como si fueran parte de su ser: con fanatismo. De modo que discutir objetivamente la necesidad de un Estado laico y de una política separada de la religión, es muy difícil en nuestro país, que sigue siendo uno de los más religiosos del planeta, junto a los africanos y musulmanes de Oriente Medio, lo cual no nos ha ofrecido ninguna ventaja en el mundo. Por eso no entiendo por qué muchos afirman con cierto aire de orgullo que el nuestro "es un pueblo profundamente Católico”, como si eso fuera un gran mérito o sirviera ara algo.
El Estado debe representar a todos, no solo a los católicos y ni siquiera solo a los cristianos. El Estado es de todos, incluyendo ateos. La democracia no es la dictadura de las mayorías sino fundamentalmente el respeto y la inclusión de las minorías. En tal sentido, el Estado debe ser religiosamente neutro y representar a todos. Nadie puede oponerse a que el Estado tenga tratos con cualquier iglesia, pero si a financiarlos. Los aportes del Estado a la Iglesia Católica deben terminar por un sentido elemental de independencia. Se dice que estos aportes son del orden de dos millones de soles, una minucia que seguramente la Iglesia puede recaudar en un solo horario de misa, ya que este es un pueblo “profundamente católico”. Los tratos del Estado con la Iglesia deben estar referidos al apoyo directo en obras sociales concretas y nada más.
En resumen, basta de prometer plata del Estado a las iglesias. Y si quieren alguna reforma, empiecen por reformar el Estado para crear un verdadero Estado laico, que no esté plagado de fetichismo religioso en casi todos sus actos oficiales e instituciones. Bienvenidos los tratos y acuerdos con cualquier confesión religiosa si eso abona en favor del pueblo.

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