domingo, 29 de enero de 2017

Currículo escolar con ideología progresista



La ministra de Educación afirma que: “No existe la ideología de género. Lo que existen son enfoques transversales, uno de los cuales es la igualdad de género. Es un enfoque de igualdad de derechos, deberes y oportunidades de género. No hay ninguna ideología. Esos son mitos, creencias de grupos religiosos o de otra índole”. Al respecto cabría precisarle a la ministra y a todo buen iluminado del progresismo modernista que defiende esos "enfoques", que todo eso no es más que pura ideología, y de la más barata. 

¿Qué cosa es la "igualdad de derechos" si no es una ideología político-social? ¿O es que acaso existe objetivamente algún tipo de igualdad en la realidad? No. Lo que existe en la realidad es exactamente lo contrario: la desigualdad, la diferenciación y la especialización. Algo que no ha sido producto de ningún complot mundial, de ningún "sistema opresor", de ningún "patriarcado" ni de ninguna otra alucinada tesis alienante. Lo que marca la realidad de todos los seres vivos es la desigualdad, la diferenciación y la especialización, así de simple. Y en el ser humano aun es más diferenciada la cosa entre individuos. Así es la realidad, aunque no le guste al progresismo. Por el contrario, la igualdad no pasa de ser un mero concepto creado por el hombre.

La desigualdad es parte de toda realidad y especialmente de la realidad humana. Somos esencialmente diferentes y por eso mismo somos desiguales. Lo que prima en la especie humana es la individualidad, la particularidad y la diferenciación a todo nivel. No solo se han diferenciado las especies y los sexos sino incluso los individuos, las sociedades, las culturas, las etnias, los pueblos, etc. Lo que observamos en las sociedades humanas es el fiel reflejo de nuestra naturaleza humana: diferenciación y desigualdad. ¿Por qué no asumirlo en lugar de combatirlo ideológicamente?

Todas esas estupideces igualitarias que han metido en el currículo escolar son pura IDEOLOGÍA. No hay ninguna "igualdad de oportunidades" precisamente porque cada uno es diferente, con distintas realidades sociales, geográficas, económicas y culturales, cargamos con nuestro propio bagaje de características individuales y todo eso hace que sea imposible una "igualdad de oportunidades". Eso es falso. ¿Por qué se les engaña a los niños? ¿Solo porque resulta lindo creer en un mundo de fantasía socialista? Porque solo eso es: pura fantasía socialista e ideología progresista, y se la quieren imponer a la mala a los escolares para crear un mundo de idiotas socialconfusos que saldrán a contradecirse con la realidad. Sea o no sea "ideología de género", ese currículo escolar apesta a socialismo y debe ser arrojado a la basura. Así de simple.

A la escuela no se debe ir a aprender ningún tipo de ideología. Por el contrario, en la escuela hay que desarrollar el sentido de la objetividad para reconocer la realidad tal cual es, sin filtros ideológicos que pretendan reemplazar la realidad por un relato que "explica" cómo es la realidad y cómo debe ser, según el parecer iluminado del progresismo. Los diseños sociales han fracasado en todo lugar. Al parecer el progresismo socialconfuso y fanático insiste en que es factible crear un "paraíso social" con solo adoctrinamiento igualitario desde la niñez. Nosotros no podemos seguir tolerando esta clase de imposiciones ideológicas ni experimentos socialistas con nuestros niños.


Sea que se trate de la "ideología de género" o no, lo cierto es que ese currículo apesta a socialismo. Basta con oír las declaraciones de la ministra para saber que el currículo escolar ha sido pervertido para enseñar doctrinas sociales. Lo repetimos: la escuela no está para eso. Hay que seguir firmes en el rechazo de ese currículo escolar. En la escuela solo debe primar la ciencia, las artes y el deporte. 

jueves, 26 de enero de 2017

Captura de lornas y pejerreyes


El caso lava jato en el Perú ha pasado de ser un escándalo de mega corrupción a ser un escándalo de impunidad y lenidad fiscal lindante con la complicidad, pero además, a ser una vergüenza de tolerancia social representada por el silencio de las calles. También deberíamos señalar la hipocresía política y el desparpajo periodístico, pues la gran prensa parece ponerse de costado, prefiriendo jugar su tarea distractiva y apelar, una vez más, a su enfermizo antifujimorismo, para seguir tapando a los últimos tres gobiernos de este siglo. Todo el panorama apesta a caviar.

El caso reventó en Brasil hace año y medio, acá no se hizo nada. Apenas una comisión de última hora en el Congreso anterior que quedó sin dar frutos. En un país repleto de luchadores anticorrupción, expertos en despotricar contra los corruptos en las plazas de todo el país durante sus campañas, prometiendo purificar la política y hacer de la honestidad su emblema, resulta que nos hemos hundido más en la corrupción. La corrupción no solo no se detuvo con estos gobiernos, sino que ha aumentado y se ha descentralizado, alcanzando a casi todos los gobiernos regionales y distritales. Los montos implicados en la corrupción "moderna" son siderales, dejando en ridículo a lo visto en los 90. Pero nadie se dio cuenta porque todos andaban cacareando y marchando contra el fujimorismo.

Todo lo que se ha hecho hasta ahora, tras las confesiones de Odebrecht, es capturar lornas y pejerreyes. Los tiburones ya se fueron. Y los peces gordos, los merlines y espadas, siguen sin ser mencionados. El caso de Toledo ya debería figurar en la antología de la corrupción encubierta. Sigue riéndose y paseando por el mundo sin que nadie se atreva a ponerlo tras las rejas. Toledo es el campeón de la impunidad desde que se libró del escándalo de sus firmas falsas, la plata de Soros para su campaña, las cutras que recibió para armar su ONG, la plata de Ecoteva y la declaración de Barata de que el soborno de Toledo se lo depositaron a Maiman. Todo eso y mucho más pero no pasa nada.

Tampoco se dice nada de Ollanta Humala, a pesar de haber maniobrado con descaro para otorgar el gasoducto del sur a Odebrecht, prácticamente a dedo y con un sobrecosto escandaloso. Es otro de los afortunados con la justicia desde que lo limpiaron del caso Madre Mía, del andahuaylazo, de la plata de Chávez en el 2006 y de su evidente financiamiento brasilero en el 2011. No pasa nada. Ya se sabe que su nombre corresponde a las iniciales "OH" de la lista de cutras de Odebrecht. Pero nada.

Tampoco se mencionas a Susana Villarán, pese al descarado entreguismo de su gestión a los brasileros y a la descarada financiación brasilera de su campaña. Nadie dice nada. Complicidad.

Por su parte las calles siguen en silencio. No pasa nada con los "indignados". ¿Qué paso con tantos payasos de la moral que salían a lavar banderas y a gritar contra la corrupción? ¿Dónde están? ¿Se los tragó la tierra? ¿Qué le pasó a la manchita progre liderada por Claudia Cisneros, Mónica Sánchez, Tatiana Astengo, Jason Day, Gio Infante y demás lacras sociales que solo arman circo para gritar contra sus enemigos políticos, disfrazados de luchadores anticorrupción? ¿Y ahora por qué no salen? Apenas han tenido el cuajo de salir a marchar contra la resolución de una jueza, que archivó el refrito armado por la progresía en contra del Sodalicio, treinta años después de los hechos. Y contra la corrupción, nada. Calladitos. ¿Saben qué han dicho los muy conchudos? Que se investigue a Odebrecht desde que llegó al Perú en 1979, y en especial en los 90. 

Como si no fuera suficiente con el ridículo que han hecho durante estos 16 años, cacareando contra el fujimorismo con su disfraz de luchadores anticorrupción, mientras se levantaban en peso al país, ahora salen nuevamente con su refrito de que se investigue a Odebrecht en los 90. Ante esto caben dos posibilidades: o son muy estúpidos o muy vivos. Ambas son factibles. En primer lugar cualquier posible delito de los 90 ya prescribió, y la investigación solo nos haría perder el tiempo mientras los peces gordos del presente siguen fugando. ¿Para qué investigar los 90, una vez más? No tiene ningún sentido racional. Para lo único que serviría eso sería para satisfacer el morbo de los EMAF: enfermos mentales del antifujimorismo. Pero no estamos para darle gusto a los enfermos. Que sigan delirando.

Acá hay que meter presión para que el Fiscal se ponga más riguroso y ágil. Se necesita que el gobierno financie al Ministerio Público y al Poder Judicial con partidas especiales destinadas a tratar estos casos de corrupción del nuevo milenio. Necesitamos que se sepa la verdad y que dejen de encubrir a los peces gordos. Ya es tiempo de que los progres y caviares dejen de ser los intocables y se quiten la máscara de luchadores anticorrupción. No tienen autoridad moral para señalar a nadie.

lunes, 23 de enero de 2017

El progresismo se alinea contra Trump


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

No sorprende la reacción del progresismo mundial frente a Donald Trump. Se trata de un personaje que ha pisoteado toda forma de correctismo político hasta irritar la sensibilidad de la beatería progresista. Pero Donald Trump no solo irrita al progresismo sino incluso a los republicanos y libertarios. Para ser exactos, Donald Trump irrita a cualquier político tradicional, acostumbrado a posar junto a todas las causas dulces, nobles y tiernas. A Donald Trump no le interesan las poses correctas ni las palabras dulces ni los gestos edulcorados. Es más, le tiene sin cuidado si les gusta o no les gusta lo que dice. En este sentido, es cualquier cosa menos un político común y corriente. Eso es lo primero que choca. El común de los políticos se cuida mucho de lo que dice porque siempre quiere agradar a los demás. No es el caso de Donald Trump. Bien por él.

Sería más exacto decir que Donald Trump no es un político. De hecho es un outsider, un empresario que decidió meterse a la política harto de tantas tonterías. Y lo bueno es que nunca dejó de ser quien es. La política no lo transformó en otro santón de las causas nobles, en un predicador del buenismo social a favor de la pobretología, la ecología, el feminismo, los gays y demás poses que han sido la idolatría de las masas en los últimos tiempos. Donald Trump no ha tenido empacho en traerse por los suelos todos los dogmas de fe que han sostenido la política norteamericana en los últimos tiempos, empezando por los tratados de libre comercio. No se ha detenido un solo segundo en tratar de equilibrar su gabinete para convertirlo en un parque temático donde estén representadas todas las etnias, sexos, orígenes y sectas. Ha eliminado de un plumazo la página web del gobierno en español. Y aun falta más.

El antipolítico brutal que es en esencia Donald Trump, inesperadamente ganó popularidad al mismo tiempo que las obvias antipatías. Por supuesto, quienes odian a Trump son los tradicionales sectores acostumbrados a vivir del discurso progresista y de la pose política correcta, los mismos que viven a expensas del Estado o esperan recibir algún favor de parte del Estado benefactor, o que aplauden la beneficencia social que hace el Estado con el dinero de todos, que es lo habitual en las izquierdas en todas partes. Pero también se han enojado las feministas y otros grupos radicales extravagantes que no toleran que su fundamentalismo sea cotejado con las mismas dosis de fundamentalismo, y que sus amenazas sean repelidas con las mismas amenazas. 

La consecuencia inmediata de la llegada de Trump al poder ha sido el desbande callejero de toda forma de lacra social. Han quemado autos y roto vidrieras expresando su descontento porque se sienten amenazados. Al día siguiente todo el circo de artistas progresistas se dio cita para posar a favor de sus causas lindas, con discursos angelicales que llamaban a la paz y el amor, mientras las mujeres salían en una marcha masiva, al mejor estilo fascista, incluyendo musulmanas que jamás han protestado contra su religión opresora de mujeres ni contra los regímenes islámicos, donde aun se apedrea a las mujeres por infieles y obligan a las niñas a casarse con adultos. Esas cosas no les merecen repudio a las musulmanas que viven en Occidente sino las poses de Trump. Está demás referirnos a ese circo de payasos de toda clase para mencionar su incoherencia, estupidez y doble moral. Al decir esto no tratamos de apoyar a Trump sino de señalar, una vez más, toda la miseria mental y moral de estos marchantes y manifestantes que representan en su variedad todas las taras mentales de la humanidad.

En cuanto a Donald Trump, pues habrá que esperar y ver lo que hace. No se puede juzgar a nadie a partir de sus discursos de campaña. Por lo pronto, la buena noticia es que no tiene miedo de desmontar lo hecho por Obama ni de abandonar los organismos internacionales burocráticos, que ya cumplieron su misión y hoy no son más que nidos del progresismo, donde se financian las campañas de la izquierda mundial. Veremos cómo se planta frente al socialismo latinoamericano, cómo retoma el problema de Cuba, y cómo enfrenta el radicalismo islámico. De que habrán cambios, no cabe la menor duda. Al parecer ha llegado la hora de dejar de lado los cuentos climáticos que frenaron al sector energético. Podría ser que entremos a una nueva era post ideológica. Pero veremos.

lunes, 9 de enero de 2017

Progresismo de cuarta


La guerra ideológica se libra todos los días. Hay batallas ruidosas en varios frentes como en el currículo escolar o los "derechos sociales", pero también otros menos llamativos e inocentes que pasan de contrabando como publicidad infantil recubierta de chocolate. El programa dominical Cuarto Poder, cuya máxima hazaña fue emitir un psicosocial difamador contra Keiko Fujimori justo el domingo anterior a las elecciones, siempre se encarga de dejarnos alguito de su basura progresista cada domingo, como quien no quiere la cosa. ¿Tendrá algo que ver la belleza colombiana que dirige los noticieros de América TV? Apostaría a que sí.

El último domingo Cuarto Poder propaló un reportaje en defensa del populorum, como decía Tulio Loza. En resumen el mensaje era que los ciudadanos estaban siendo maltratados por las autoridades en el uso y disfrute de los espacios públicos destinados a la recreación. La idea central era que si te cobran algo por el uso de un espacio público atentan contra tu condición de "ciudadano". O sea, la cosa tiene que ser libre, sin costo alguno. 

Ya conocemos la debilidad del progresismo por la gratuidad y su trauma contra todo lo que sea lucro. La linea base de todo progre es exigir gratuidad y combatir el lucro. En esa linea, el programa Cuarto Poder se encargó de alienar a sus televidentes con el mensaje de que no deberían pagar por hacer uso de los espacios públicos recreativos. Más aun, alentó a que dispusieran alegremente de las piletas ornamentales porque son para el pueblo y, en un nuevo concepto de lo ornamental, afirmaron que no deben estar de adorno. Para reforzar su tesis pusieron como ejemplo, una vez más, a Europa. ¿Qué progre no pone de ejemplo a Europa? Ya sea para ciclovías o la invasión de piletas. 

Claro que no aclararon que en Europa las temperaturas pueden superar los 40º en verano y se cobra varios cientos de vidas, y que zonas sin litoral marino como París o Madrid, no tienen otra opción que las piletas para salvar vidas, pues es una cuestión de vida o muerte. Sin embargo, estas diferencias son irrelevantes para los progres que montan el reportaje y prefirieron engañar a la gente de Chorrillos alentándolos a tomar por asalto las piletas ornamentales aunque estén frente al mar. Criticaron a las autoridades municipales que enviaron a cuidar piletas a un grupo de serenos, a quienes los progres de Cuarto Poder mostraron prácticamente como nazis.

En otro escenario, se escandalizaron por el cobro de entradas para el disfrute de parques zonales con piscinas gigantescas. Dejaron en claro que esas personas no eran tratadas como ciudadanos porque se les cobraba por la entrada. Cuestionaron el concepto de ciudadanía que manejan las autoridades. Lo que exigían era todo gratis. Según su noción de ciudadanía, esta se adquiere cuando puedes hacer lo que te viene en gana en la ciudad y usar todo sin pagar. Es el mundo progre de Cuarto Poder.

Lamentablemente el mundo real no es como lo pintan las alucinaciones febriles del progresismo. En el mundo real todo cuesta y alguien tiene que pagar. Es muy populista ir por los barrios marginales de la ciudad denunciando que la basura no se recoge, como hace el programa del progre Nicolás Lúcar todos los días, pero nunca les preguntan a esa misma gente quejosa si está pagando sus arbitrios, si está al día en sus pagos por los servicios municipales. Estos sectores tienen una morosidad habitual de más del 80% en el pagos de arbitrios. Pero se quejan de que nadie recoge la basura.

Mientras tengamos a esta clase de periodistas engañando a la gente con el discursillo progre de que todo debe ser gratis, que las autoridades deben solucionar todos los problemas gratis, que los ciudadanos no tienen ninguna obligación de respetar nada, que no se deben imponer restricciones al uso de los espacios públicos, solo aseguramos el atraso social y el subdesarrollo mental y económico. En este mundo no hay nada gratis. Todo cuesta y todo hay que pagarlo. Así como los progres son los primeros en denunciar a la empresa privada cuando no cumple un compromiso por el que ha cobrado, pues debe hacerse lo mismo con el Estado cuando cobra impuestos y no cumple con dar los servicios básicos a los que se ha comprometido, o con los ciudadanos que no pagan por los servicios que piden o que reciben. No se puede alentar el "perro muerto" popular para no pagar por los servicios. Limpiar las playas cuesta y nadie lo paga. ¿Por qué no cobrar por el ingreso e imponer restricciones de conducta?

Las playas de acceso libre quedan hechas un basural cada domingo y nadie se hace cargo de la limpieza. El municipio de Chorrillos y Miraflores debe limpiar la basura que dejan veraneantes de todos los distritos. ¿Por qué no cobrar la entrada a las playas por sectores? ¿Por qué no imponer una serie de restricciones a los veraneantes, como no beber licor, no llevar comida ni mascotas, ni pelotas ni estéreos? Toda playa debe tener servicios higiénicos, duchas, cambiadores, restaurantes y bares donde poder disfrutar del verano con comodidad sin convertir la playa en un basural. Y si es posible privatizar sectores de la playa para que sea administrada por privados, tanto mejor. 

Hay que romper los moldes mentales del progresismo que alienta a la barbarie social. No es posible un mundo donde todo sea gratis y sin restricciones. En este mundo todo cuesta y alguien debe pagar. El que lo usa lo paga. Es una máxima simple y efectiva que debemos aplicar. Basta de vender humo. Si queremos un mundo civilizado hay que apostar por la responsabilidad social, por el buen uso de los recursos públicos y la buena administración de los espacios públicos. Esto no significa de ningún modo gratuidad ni libertinaje. ¿Queremos un país moderno, con servicios del primer mundo? Pues bien, hay que estar dispuestos a pagar por eso. Así de simple.