domingo, 23 de julio de 2017

El último samurai


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Atendiendo a esas curiosidades que arrastra la historia de la humanidad, no me sorprendería ver que el fujimorismo termine siendo derrotado no por otra furiosa coalisión antifujimorista, de esas que se arman en cada elección, sino por un solo personaje, miembro incluso del clan Fujimori, el hijo menor de Alberto Fujimori y Susana Higuchi, el congresista más votado, Kenji, a quien podríamos calificar perfectamente como el idiota de la familia, luego de observar su comportamiento en estos días.

Para nadie es un secreto que el menor de los Fujimori Higuchi fue objeto de atención mediática desde su niñez en palacio, durante el gobierno de su padre. Ya en esos días podían observarse algunas extrañas tendencias en la personalidad del joven Kenji. Con el paso de los años, estos rasgos solo se han acentuado hasta llegar al brote actual de figuretismo infantil y desorientación política que se aprecia en la conducta de Kenji.

Lo primero que cabe notar en la personalidad de Kenji es su incapacidad para respetar ciertas normas básicas de convivencia, junto con un afán incontrolable por destacarse de cualquier manera. De algún modo esto le ha facilitado ganar votos hasta convertirse en el congresista más votado, pero no por sus grandiosas ideas ni por su perfil político arrollador sino por ser un infatigable visitador de barriadas, adonde llega con toda clase de obsequios que llevan su logo personal.

El reciente descalabro del fujimorismo provocado por los afanes figuretescos de Kenji, ha causado las delicias de todo el antifujimorismo, desde la caviarada PUCP hasta los artilleros de la prensa de izquierda, agazapados en columnas baratas desde donde destilan sus odios hacia Alberto Fujimori, Keyko y el fujimorismo en general. Tanto así que hasta el semanario de César Hildebrandt le ha hecho espacio para convertir a Kenji en un columnista, al más puro estilo de los "No a Keiko". Kenji se ha convertido oficialmente en el tonto útil del progresismo.

Lo peor de todo es que Kenji parece disfrutar su papel de idiota. Incapaz de reflexionar, se ha enfrentado al partido fundado por Keiko y retado a todos sus principales dirigentes, como si se sintiera intocable y superior. Ya ha sido sancionado por el partido, y aunque sea una sanción simbólica e intrascendente, no ha sido para Kenji ningún motivo de reflexión ni elemento de contención. 

¿A qué apunta Kenji? No es difícil adivinar. Conciéndolo, yo diría que el tonto no apunta a nada. Es muy tonto para tener un plan o un objetivo. Su raciocinio no le da más que para buscar figuración personal de cualquier manera. Y acaba de descubrir que no hay mejor manera que enfrentarse a su hermana y tratar de tumbarle el quiosco. Apostaría que está disfrutando esta época de gloria personal y todo el coqueteo que recibe desde las tiendas opuestas al fujimorismo. No me extrañaría que acabe liderando la banda "No a Keiko". 

Claro que Kenji esboza unas razones bastante superficiales, como el de posar como el único preocupado por liberar a su padre. El problema es que el tonto carece de posibilidades para hacer nada al respecto. Ir a tomarse selfies con los ministros de este gobierno, saludar a PPK y otras piruetas dignas de un mono enclaustrado, no abonan nada en favor de un indulto. Keiko al menos está buscando el camino legal, ya que no puede torcerle el brazo a PPK. De modo que los aspavientos de Kenji en el sentido de buscar la liberación de su padre no son más que alharaca.

La intervención de Alberto Fujimori en favor de su engreído tras la sanción disciplinaria del partido pinta todo el escenario que explica las razones de la malcriadez de Kenji. Es el hijito engreído de papá y no importa si este se trae abajo el partido entero mientras Kenjito pueda hacer de las suyas. Habría que recordar que a Alberto Fujimori jamás le interesó tener una estructura partidaria. Como buen hombre práctico, sabía que en este país basta con combis electorales armadas a última hora para ganar elecciones. La historia posterior se encargó de darle la razón.

El partido Fuerza Popular es creación de Keiko. Es una apuesta de ella por institucionalizar el fujimorismo, aunque carezca de ideario y doctrina. Hasta podría ser un partido personal, dado el símbolo "K" que lo identifica. De manera que Fuerza Popular poco o nada tiene que ver con Alberto Fujimori, salvo el parentezco de su fundadora. Por esto mismo, a Kenji le importa un comino ser un dinamitador del partido. Más aun, Kenji estaría feliz si su perfil ganara imagen solo por el hecho de haber destruido el partido de su hermana. 

En sus fantasías infantiles, tal vez Kenji sueña con fundar otro partido fujimorista, el cual seguro presentará como "verdadero fujimorismo", vendiendo su mayor cercanía a su padre como garantía de pureza fujimorista. Es difícil adivinar el futuro del fujimorismo. Lo único cierto es que tendremos circo para fiestas patrias y para mucho más. 

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