martes, 14 de noviembre de 2017

La historia según la izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una de las mayores virtudes de la izquierda ha sido siempre transformar la historia en historieta, mediante relatos que semejan guiones de telenovela, con villanos y héroes que sostienen peleas épicas para defender a la doncella, el pueblo, y donde el bien siempre triunfa sobre el mal dejando una moraleja. Desde la Revolución Francesa hasta el informe de la Comisión de la Verdad, sobre la violencia de los 80 y el gobierno de Fujimori, los relatos de izquierda están más interesados en crear una historia que en contarla.

En estos días en que se conmemoran los cien años de la revolución rusa, vuelvo a leer esas historias falseadas que han corrido como pólvora por las editoriales, tratando de dignificar esas revueltas sociales cuyos resultados fueron nefastos para toda la humanidad. Solo un examen minucioso de los hechos nos revela cuánta improvisación, irracionalidad y azar suelen mezclarse en estos episodios, que más tarde serán convertidos por los intelectuales de izquierdas en epopeyas idealistas guiadas por nobles valores. Todas esas historias están llenas de mentiras. 

Latinoamérica también está repleta de historietas de izquierda. Si bien el descubrimiento de América y la conquista han sido reescritas por la izquierda para convertir a los españoles en genocidas y a los pueblos nativos en víctimas, las mayores deformaciones de la historia moderna por parte de la izquierda se inician con la mal llamada revolución cubana, que desde su nombre es una farsa. Nunca se han dicho tantas mentiras sobre un hecho tan ridículo como la llegada al poder de Fidel Castro y sus barbudos, quienes en realidad nunca le ganaron a nadie. Es absolutamente falsa esa imagen de revolucionarios valerosos que, luchando a tiros, derrotaron a un ejército y asaltaron el poder. Todo eso es mentira.

Fidel Castro siempre fue un tonto de capirote, un revoltoso bueno para nada. Era hijo de un inmigrante gallego que hizo fortuna trabajando con la United Fruit. Fidel y Raúl Castro fueron hijos ilegítimos, por lo que vivieron en una casucha, a cierta distancia de la mansión de su padre. Esta situación debe haberles generado algún tipo de trauma social que derivó en revanchismo y su tendencia hacia la revuelta social. Fidel estudió derecho pero fue un fracasado profesional. Se casó con una compañera de estudios que resultó luego siendo hija de un ministro de Fulgencio Batista. Apenas cayó preso Fidel por participar en un ridículo intento de asalto al cuartel Moncada, su esposa se divorció de él.

Pero vayamos directamente al inicio de su aventura revolucionaria. Luego de recaudar fondos en Nueva York, en donde posó como un amigo de los EEUU que quiere implantar la democracia en Cuba, jurando no ser comunista (en realidad no lo era), Fidel compró un viejo yate llamado Granma, en el que 82 lunáticos tomaron rumbo a Cuba desde México. Fue allí donde empezaron las penurias de estos aventureros sin experiencia, pues se extraviaron una semana en el mar antes de llegar a las costas orientales de Cuba. El Che cuenta que eso fue más un naufragio que un desembarco. Pronto fueron diezmados por la enfermedad y el bombardeo aéreo. En pocos días solo quedaron 18 andrajosos escondidos en el monte, que generaban escaramuzas con las pocas tropas del gobierno, pero nunca lograron avanzar.

Las mentiras sobre la “revolución cubana” las empezaron a contar los reporteros del New York Times que buscaron a Fidel en la montaña. Lo habían conocido en NY cuando fue a pedir apoyo para su causa. Desde allí lo siguieron y lo pintaron como un valiente revolucionario que combatía al gobierno mafioso de Batista. Las fotos mostraban siempre a los mismos 18 andrajosos pero se hablaba de “cientos de hombres” en las montañas. Otra forma exitosa de mentira fueron las emisiones radiales de Fidel por “Radio Rebelde”. La principal arma de Fidel Castro fue un pequeño transmisor de radio por el que mandaba mensajes llenos de mentiras, anunciando triunfantes batallas que nunca se daban. Ya desde allí se dio cuenta del gran valor que tiene para la causa el uso intensivo de propaganda.

EEUU estaba harto del gobierno de Batista, no solo porque se había aliado con la mafia de EEUU que controlaba los casinos y hoteles de la isla, sino porque su gobierno abusaba de la fuerza para reprimir las revueltas callejeras. Lo cierto es que Einsenhower quería librarse de Batista. Resulta ridículo pensar que estos 18 andrajosos perdidos en las montañas al mando de Fidel, podrían siquiera inquietar al ejército de 35 mil hombres de Batista, que contaba con marina y aviación. La pura verdad es que quien sacó del poder a Batista fue EEUU. Primero, el Congreso de los EEUU le cortó el apoyo logístico militar a Batista. Acto seguido, el propio embajador de EEUU le exigió personalmente a Batista su renuncia. En respuesta, Batista tomó un avión y se fue de Cuba provocando que su régimen colapsara por sí mismo. 

Fidel Castro fue el último en enterarse de que el régimen de Batista había caído. Tras comprobar que los soldados se habían replegado, se dirigió a Santiago. Aun temeroso y desconfiado, el cobarde prefirió enviar a Camilo Cienfuegos a La Habana para corroborar la situación. Fue Camilo Cienfuegos quien, una semana después, entró triunfante a La Habana, sin oposición alguna. Varios días después llegó Fidel Castro para figurar como “vencedor” de una revolución que nunca existió. Simplemente el poder había quedado vacío y lo tomaron porque no había nadie a cargo. Pero no fue obra de los revolucionarios, de ninguna manera. Ni siquiera podría llamárseles revolucionarios. No eran más que aventureros vestidos de verde que se encontraron el poder. No tenían ideario ni plan ni idea alguna de qué hacer en el gobierno.

Lo que vino luego fue un saqueo generalizado, confiscaciones, abusos y la instalación de un gobierno que resultó más déspota y prepotente que el anterior. Empezó con el fusilamiento sin piedad de los funcionarios del régimen caído, para pasar a deshacerse de sus propios compañeros de aventura: Camilo Cienfuegos fue asesinado y Huber Matos encerrado por treinta años, por el delito de oponerse a las locuras de Fidel y su hermano. Poco después Fidel se instaló en la suite presidencial del Hotel Hilton para dar inicio a la época más negra de la historia cubana y latinoaméricana, disfrazada más tarde por los intelectuales de izquierda con el encanto del Caribe y la defensa heroica de los oprimidos, convirtiendo a Fidel Castro en el máximo líder revolucionario de la izquierda, portador de la antorcha de la justicia social, y al asesino del Che en portaestandarte de un idealismo barato y fracasado. 

Tanta improvisación y locura hubo en el régimen de Fidel Castro, que los EEUU decidieron darle la espalda, convencidos de que fue un error sacar a Batista. Sin el apoyo de EEUU la isla empezó a caer en crisis. La inteligencia soviética, que ya tenía contactos con Raúl Castro desde México, no perdió tiempo para hacerle una visita de Estado a Fidel y alimentar su megalomanía. De pronto Fidel acabó convertido al comunismo de la noche a la mañana. Se entregó de lleno a los rusos y puso la isla a disposición de los intereses geopolíticos soviéticos en la Guerra Fría. Cuba pasó a ser un parásito de la Unión Soviética durante casi treinta años. La dictadura castrista llevó a la isla no solo a la miseria sino al terror. Pero nada de estos se cuenta así en los textos. La mayor parte de lo que uno lee sobre Fidel Castro y su "revolución" es falso. En especial si lo escribe un intelectual de izquierdas.

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