martes, 30 de octubre de 2012

Más hipocresía caviar


La oportunidad histórica que ha tenido la izquierda para llegar al poder de múltiples formas en el presente siglo, incluyendo las electorales, los ha enfrentado por primera vez con la realidad. Acostumbrados como están a la retórica de sus textos sagrados, a sus íconos ideológicos y consignas de batalla, hoy han tenido que dejar la palabrería y los gestos inútiles con que han llenado sus vidas para empezar a resolver problemas reales en el mundo real. Semejante experiencia ha significado, para la mayoría de los progresistas y caviares, un traumático shock mental que en muchos casos ha derivado en una verdadera esquizofrenia. No es raro descubrir progres y caviares atascados en un hoyo de contradicciones y patinando en el fango del absurdo.

Recientemente pudimos asistir al show de hipocresía caviar montado por los jerarcas de la ex PUCP, para quienes la ley y el ordenamiento jurídico entero solo existen y valen cuando los beneficia. Se han zurrado en todo, desde el Poder Judicial hasta el Tribunal Constitucional. Más aún: han llegado a desconocer incluso las atribuciones del Vaticano y los acuerdos vigentes entre el Estado y la Santa Sede. Es decir, ya ni el orden jurídico internacional vale para la caviarada PUCP. Gran ejemplo para sus estudiantes.

Ahora tenemos un nuevo y vergonzoso espectáculo de hipocresía y demagogia caviar frente a los eventos que ha provocado el Municipio de Lima, en manos de un equipo de incompetentes arribados en una variopinta combi electoral que llevó lo más selecto de la fauna de izquierda, incluyendo Patria Roja. Para empezar, tenemos a la propia alcaldesa Susana Villarán expresándose con desprecio de los ciudadanos que firmaron por la revocatoria, quienes, según ella, se habrían vendido por una bolsa de fideos. Es el mismo discurso que repite toda su corte llamando "vendidos" a los ciudadanos.

Por otro lado recusan la decisión del JNE por haber ordenado el conteo de las firmas ante un mañosos error del RENIEC que dejó fuera de fecha a los revocadores. Marisa Glave ha salido a los medios con la espada desenvainada afirmando con énfasis que "el error no genera derecho". Lo que pide a gritos la infanta de Susana es que el JNE se convierta en una máquina binaria que aplique el dogma sin más análisis. Olvida que un juez, tribunal o jurado existe para analizar la naturaleza de las cosas. Hay que ver de qué error se trata y qué afecta con miras a restablecer el derecho y la justicia. Eso es lo que hizo el JNE. No hay nada que reprocharle, solo aplaudir su accionar.

Pero sin duda lo más paradójico ha sido la novedosa actitud de la izquierda que hoy defiende el imperio de la ley y el orden ante los penosos sucesos de la semana pasada en La Parada. ¿Desde cuándo la izquierda, generadora permanente de perturbación social, se interesa por el oden y el imperio de la ley? Esto es algo completamente nuevo. Ahora hasta quieren declarar el Estado de Emergencia, piden capturar y condenar a los revoltosos. ¿Qué pasó con su defensa de la agitación social y su protección de los agitadores? ¿Dónde quedó su rechazo a los estados de excepción? ¿En dónde dejaron olvidada su permanente oposición a penalizar el vandalismo? En esta ocasión los revoltosos han merecido el palo de progres y caviares quienes han evitado juzgar la prepotencia abusiva de la patronal, que en este caso es la Municipalida de Lima.

Por último, las ONGs de DDHH que se acumulan como ruma de estiércol en la CNDDHH presidida por la ilustre caviar Rocío Silva Santisteban, defensora incansable de terroristas, no han dicho absolutamente nada de los DDHH de nadie. La poetiza de los DDHH solo ha salido hoy a llorar por la muerte en prisión de un terrorista que no fue indultado a tiempo. Ni siquiera han protestado por el asalto policial del sábado en que llegaron a irrumpir con violencia en barrios y domicilios sin amparo legal alguno. Los arrestos se hicieron al azar y a ojo de buen cubero, según la posición y facha de los sujetos que iban hallando los policías a su paso, sean hombres o mujeres. Todo un despliegue de guerra tardío cuyo único objetivo fue cobrarse la revancha y demostrar que son capaces de contrarrestar el vandalismo cuando quieren y hacen bien las cosas. Lo cual no siempre es el caso.

Por supuesto, en esta ocasión las lacras oenegientas de DDHH no han sido capaces de condenar la brutalidad policial ni el uso desmedido e inútil de la fuerza. Nadie ha ido a interesarse por la suerte de los más de cien detenidos, tal como lo hicieron formando fila cuando detuvieron a la inmundicia de Wilfredo Saavedra. En esta ocasión silencio absoluto. 

Todo eso pinta de cuerpo entero a la izquierda peruana, un sector compuesto por delirantes confusos y dogmáticos que han permanecido toda su vida en el limbo de las utopías socialistas. Hoy que tienen que enfrentar la verdad del mundo real no les queda más que tragarse sus discursos y cambiar sus poses tradicionales. Una vez más la historia y la realidad les da una lección y nos demuestra que la izquierda no es más que una secta de fanáticos extraviados y equivocados que han causado mucho daño en el Perú y el mundo.

1 comentario:

  1. Creo que la defensa por la protesta, y estar en contra de su criminalización por parte de la izquierda "caviar" se refiere a protegar a aquellas personas que manifiestan su disconformidad con una situación particular. De esto no se sigue que se legitima la protesta violenta. Habría que ver la foto publicada por France Press sobre el entierro de los muertos de Celendín (Un policía a punto de golpear a la madre de una de las víctimas, en PLENO recorrido al entierro) para darse cuenta que la idea de proteger a los manifestantes solo incluía a aquellos que protestaban de buena fe y sin violencia. Lo ocurrido en la parada no tiene comparación, x la violencia empleada por las personas que se manifestaron en contra del desalojo. Esa es la razón para no defenderlos creo.

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