jueves, 9 de mayo de 2013

Los vicios de la "Democracia Directa"


Por Felipe Cortijo Medina

Eran las 8.30 de la mañana de un miércoles y veo nuevamente en titulares a mi amigo, el doctor Marco Tulio Gutiérrez, empecinado en otro proyecto político que recoge del contacto diario con la gente, esta vez compró otro kit electoral para llevar a cabo la recolección de firmas en pos de intentar la “revocatoria” de las autoridades en el Congreso de la República. Obviamente se trata de un proyecto mayor al que lo tuvo como protagonista hasta comienzos de año, obviamente ahora puede estar equivocado en los conceptos que tenga sobre lo que también se conoce como “democracia directa”, es decir, el Referéndum como forma política de gobierno alternativo en el Perú.

No voy a tratar de convencer a quienes ya tienen una idea preconcebida sobre las bondades de este sistema político, sobre todo porque el Congreso pide a gritos su condena y merecería ser castigado, en todo caso, renovado, como lo plantea el doctor Gutiérrez. No voy a defender lo indefendible y lo digno de ser criticado, me parece muy bien que los congresistas saboreen su “chocolate caliente”, y después de la última votación para aprobar el viaje presidencial a Caracas, no merecerían otra cosa.

Pero creo que es mi deber advertir sobre los vicios de la “democracia directa”, creo que una vez más debo aguarles la fiesta. No solamente es perjudicial para la estabilidad política, jurídica y económica del país, sino que se convierte en un arma de doble filo a nuestra evolución como país fuera de la órbita neo socialista, no importa que en este caso se trate de un gobierno socialistoide como el de Ollanta Humala, le estaríamos siguiendo el juego a quienes desean la desestabilización de un modelo de gobierno como el nuestro que, mal que bien, tenemos casi 22 años en buen funcionamiento.

No se trata, entonces, de apelar al simple sentido común, de que porque no me gusta algo lo cambio y asunto arreglado, ese remedio sería el peor tósigo contra la enfermedad de la decadencia, esa que han dado muestra palpable nuestros congresistas en su desempeño. Tentado estoy a quedarme callado y que les caiga el guante, a ver como se defienden de lo que podría convertirse en una cruzada nacional, me encantaría ver la cara de algunos profesionales de la política cuando se manifieste el sentir nacional, y los dejen en la calle. Pero no es la solución, sólo promovemos la “anarquía”, y esa es la raíz del mal, el bulbo de toda la decadencia política y social de la república.

Debo insistir, este proyecto de un nuevo referéndum no tiene el más mínimo beneficio social, y más bien tendría un altísimo costo político para todo lo que se ha logrado. El Perú no debe estar ligado a un gobierno de masas, la “democracia directa” es otra utopía, en verdad, ningún país del mundo puede estar sujeto a esta forma de anarquía institucionalizada. Si bien, Lima dio cátedra sobre lo que podría ser el buscar la opinión ciudadana en determinado problema, Lima es la ciudad más culta del Perú, no podemos sugestionarnos alegremente creyendo que hemos encontrado la panacea a nuestros problemas nacionales. Como dije, el referéndum es un arma de doble filo, y habría que recordar lo que dijo alguna vez Talleyrand a Napoleón: “Con las bayonetas, señor, se puede hacer todo menos una cosa: Sentarse sobre ellas”.

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