miércoles, 19 de junio de 2013

La crisis del servicio militar


Por: Dante Bobadilla Ramírez

Algo malo debe ocurrir en este país para que la progresía y cierto tipo de liberales festejen juntos, tal como ha ocurrido luego de la suspensión judicial del sorteo para el Servicio Militar. En este país mucha gente se alegra simplemente porque al otro le va mal, aunque a si mismo le vaya peor. Es parte de la mentalidad subdesarrollada que nos mantiene en el atraso. Se trata de impedir a toda costa que el otro tenga éxito. Algo de esto ocurre en el lío en torno al SM. Unos se sienten ganadores cuando en realidad todos hemos perdido. Y vamos a decir por qué.

El proceso del SM ha estado rodeado de escándalo de izquierda y de derecha, sectores que no han hecho propuesta alguna sino simplemente defender sus trincheras ideológicas y sus iconos sagrados. Por un lado, la progresía se dedicó a combatir la "discriminación" y por el otro, los extremistas liberales se ocuparon de venerar la sacrosanta "libertad". Las propuestas que se han dado son realmente inauditas. En pocas palabras se plantea que el servicio militar sea no solo voluntario sino que se convierta prácticamente en una carrera técnica pero con sueldo y hotel incluido. Solo faltaba incluir un viaje de promo a Orlando.

Por supuesto también hay quienes se oponen solo por cuestiones políticas, esperando que al gobierno o al ministro Cateriano en particular, les vaya mal. Mentalidad peruana que le dicen. En la que caben también quienes se oponen solo por oponerse, pues esto está en la genética del peruano, aparentemente. Para todo hay una legión de opositores. Pero ¿hay razones para oponerse al SM? Mi impresión es que se trata solo de histeria y estupidez, que es lo que lamentablemente suele primar en los debates de nuestro país. Cada quien anda más ocupado defendiendo su santuario ideológico que atendiendo a la realidad.

El SM es una necesidad de cualquier país. Su sentido es tener tropas preparadas para defender a la nación. En muchos países es una obligación general y no se salva nadie, debido a las condiciones de su existencia, como ocurre en Israel o Corea del Sur. Entonces hay que entender, en primer lugar, que es una necesidad para la propia nación. Todo ciudadano tiene la obligación moral de defender a su país. Y si esta obligación se convierte en legal, no tiene nada de discriminatorio ni atentatorio contra otros principios porque se trata de una necesidad vital para la nación. La vida de la nación es el principal valor que debemos defender.

Cuando se admite la existencia de un Estado, como todos lo hemos hecho, desde la izquierda hasta la derecha, (aunque los extremos en ambos lados quieran traérselo abajo), tenemos que aceptar la autoridad que emana de ese Estado y su gobierno democráticamente elegido. Sin este principio rector sería imposible la existencia organizada y civilizada de nuestra sociedad. Esto quiere decir que debemos aceptar que ciertas cosas sean obligatorias, como por ejemplo pagar impuestos. Se puede discutir cuáles si o cuáles no y cuánto más o cuánto menos, pero no su obligatoriedad. Hay cosas que el Estado puede hacer obligatorias para todos o para algunos de los ciudadanos. Podemos discutir -antes de la ley- qué clase de cosas, pero no podemos poner en duda la autoridad del Estado para hacerlo obligatorio o sobreviene el caos.

Curiosamente quienes se oponen al SM por ser "obligatorio" nunca han protestado contra muchos otros actos que son obligatorios. Ni siquiera contra el absurdo "voto obligatorio" que también amenaza con multa y muerte civil a los ciudadanos que no cumplen con  votar. Nadie ha hecho marchas ni campaña alguna en contra de esta barbaridad. Tampoco nadie se ha opuesto a que cierto tipo de ciudadanos estén obligados a realizar un servicio civil para poder acceder a su título profesional, como ocurre con médicos y psicólogos, ni han protestado por la propina miserable que les asignan y las condiciones deplorables en que prestan sus servicios a lo largo del país. Y no sigo con más ejemplos para no cansar, pero los hay.

De modo que los histéricos de "causas justas" podrían asumir la defensa de sus sagradas escrituras y de sus iconos ideológicos en muchas de estas causas. Pero como viven en la ignorancia solo se ocupan de salir a la luz cuando hay hechos llamativos como el SM. Desde luego que tampoco hay un atentado contra la libertad, como claman algunos de estos histéricos, llegando incluso a afirmar cojudeces como "se le priva del libre desarrollo de su personalidad". No puedo llamar de otra manera a semejante estulticia. Obligar a un joven a prestar un servicio militar no es llevarlo preso, es hacerlo cumplir con un deber cívico. La libertad se defiende contra la opresión, no contra un servicio que deriva de una necesidad vital para la nación y de una obligación moral de todo ciudadano.

Los jóvenes que van al servicio militar tienen oportunidades para aprendizajes muy valiosos y para la buena formación precisamente de su "personalidad", la que nada tiene que ver con una carrera específica sino con los valores que reciben en su instrucción. La gran mayoría de jóvenes que pasan por el servicio salen felices, y hoy gozan de mayores ventajas cuando se reincorporan a su vida civil. Ser un licenciado de las FFAA debería ser motivo de orgullo para cualquier ciudadano. Lástima pues que estemos en un país donde prima la histeria y la estupidez, y donde muchos se limitan a venerar conceptos abstractos que no entienden en lugar de prestar atención a la realidad que no ven.

1 comentario:

  1. No entiendo porque deberia servir al peru y como muchos ni siquiera entiendo que es el peru, por lo que he vivido en el peru, servir al peru seria una locura, no iria a sufrir mil miserias a una guerra o morir por gente que menosprecio o que detesto, ni tampoco lo haria por nuestra tradicion historica ya que no la comparto, y ademas quien la comparte?, ya que hay varias naciones en el peru, incluso si formara parte de una nacion depende de mi si quiero sufrir o morir en una guerra por otros o cultura, aparte si sirviera al peru recibiria el tradicional pesimo servicio del estado.

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