domingo, 5 de enero de 2014

El llanto progresista por la libertad de expresión


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Esta cantaleta de la "concentración de medios" es el cuento más burdo y ridículo que ha montado el progresismo en los últimos tiempos. Son campeones en montar psicosociales a partir de puras mentiras. De eso ya estamos curtidos. La estrategia es siempre la misma: mentir, mentir y mentir todos los días. En esta ocasión la modalidad elegida es una bien conocida: crear un monstruo (el grupo El Comercio), asustar con un supuesto peligro inminente (la libertad de expresión está en riesgo) y luego presentarse como los buenos y salvadores. ja ja ja En fin...

Así pues resulta que La República es el príncipe que rescatará a la doncella (el pueblo) de las garras del malvado Grupo, salvando su honor para que la libertad de expresión quede invicta. Se requiere una alta dosis de imbecilidad para creer en este cuento. La verdadera historia es muy diferente. 

El lio empieza cuando La República no puede comprar acciones de EPENSA y es El Comercio quien adquiere tales acciones. O sea, es una simple transacción comercial donde unas acciones cambian de mano. Todo lo demás quedó exactamente igual. Nada ha cambiado en el panorama. Salvo que La República se quedó con la pica porque EPENSA tiene muy buena facturación, bordeando el 27% del mercado. Eso es todo. O sea, es un lío de dinero. Allí empieza todo el cuento progre y la cantaleta con que aturden a diario.

El montaje de la mentira progre tuvo que apelar a los supuestos riesgos de la libertad de expresión. Han repetido al pie de la letra las mismas falacias que la progresía viene repitiendo desde hace un siglo y quizá más, es decir, que los grupos de poder controlan la prensa. Con esa cantaleta burda el chavismo persiguió periodistas y canceló la libertad de prensa y de expresión en Venezuela. Lo mismo ha hecho Rafael Correa en Ecuador pretendiendo que toda la prensa tenga su misma manera de entender la realidad. Lo mismo hizo Cristina Fernandez en Argentina yéndose contra el grupo Clarín por no apoyar sus políticas. El cuento es el mismo en todos lados. Y la razón es la misma que ha expresado el cada vez más progresista MVLL: una prensa que acosa con críticas al gobierno. 

El único riesgo que ha corrido la libertad de expresión en todos lados ha sido siempre de parte del gobierno controlado por el progresismo. La izquierda es totalitaria en todos lados. Su ideología, o sea, su manera de entender la realidad, los hace totalitarios. La izquierda progresista nunca ha sido democrática porque no cree en las virtudes de la libertad individual ni en el poder de los ciudadanos libres. El progresismo vive convencido de que el mundo es controlado por "grupos de poder" y que por tanto debe combatirlos y aniquilarlos utilizando el poder del Estado. Al hacerlo, inevitablemente destruyen los motores del progreso y de la economía que surgieron del trabajo, el esfuerzo y la inspiración de varias generaciones, a veces partiendo de la misma pobreza. Es por eso que la izquierda solo sabe crear miseria y crisis.

Lo concreto y real es que no existe ninguna concentración de medios en el Perú y mucho menos en la prensa escrita que no tiene límites mientras no se prohíba publicar. Pero si hay periodistas multimediáticos como Augusto Alvarez Rodrich, quien escribe en La República todos los benditos días, y además conduce no uno sino dos programas de TV y otro en la radio. Esa es la única y verdadera concentración de medios. Y este señor tiene el cuajo de quejarse. 

El único riesgo de la libertad de expresión proviene siempre del gobierno y del Estado. Hay riesgo cuando se pide una ley de medios y cuando se alienta a que el Congreso discuta asuntos de medios. Mientras haya libertad para publicar y libertad para comprar no existe riesgo alguno. Es el ciudadano libre el que decide qué comprar, que ver y oír. Lo que debería hacer La República es aprender a competir. Nadie le impide sacar un par de diarios más o una revista y sintonizar mejor con los gustos e intereses de la gente. Los progresistas deberían aprender a competir y ganarse su espacio con su propio esfuerzo, y no solo comprando acciones de empresas ya exitosas y menos pidiéndole ayuda al Estado. Por desgracia, el único talento que ha mostrado la izquierda es mentir y engañar.

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