domingo, 13 de julio de 2014

Rebelión en la granja


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Algo insólito ha pasado en la política peruana, donde el vasallaje voluntario, la sumisión y el franelismo es la virtud más destacada de nuestros políticos. La recua nacionalista que parasita en el Congreso fungiendo de congresistas ha pretendido pensar por si misma y, peor aun, apelar a un recurso democrático para elegir a su candidata a la presidencia del Congreso, designación que por mayoría recayó en Marisol Espinoza, por ser la única parlamentaria de talla internacional al haber salido en un episodio de los Simpsons.

La noticia fue llevada de inmediato a Palacio por un felipillo que corrió ansioso olvidando usar el celular. Quería ser el primero en decírselo cara a cara a su patrona Nadine Heredia, esperando ganarse una caricia en la cabeza, una palmada sobre el lomo, una sonrisa, algo. Nadine no solo se sorprendió sino que se sonrojó y montó en ira. ¿Quién les ha dado permiso para pensar por su cuenta a estos atrevidos? Dio un par de palmadas y -como si fuera una bruja de Harry Potter- al término de la distancia la asnada parlamentaria nacionalista en pleno estaba frente a ella, con las cabezas agachadas. 

- ¿Qué pasó aquí? -preguntó la Primera Dama-. ¿Se han olvidado de que yo soy la Presidenta del Partido? -dijo en voz alta la que en verdad es la Presidenta de Facto de la Nación.

Silencio total. Los borregos se miraban de reojo y nadie se atrevía a balar. Algunos parecían a punto de arrodillarse a pedir perdón, otros contenían las lágrimas. Nadine se arregló el flequillo y retomó la palabra con voz más calmada para comunicarles a sus borregos que había decidido nombrar a su ahijada, Ana María Solórzano, en el cargo de Presidenta del Congreso. ¿Está claro? gruñó. La respuesta fue una sola.

- Meeeeeeeeeeeee -Se oyó a coro resonando en el salón dorado con un eco que llegó hasta la Plaza de Armas y confundió a los parroquianos y turistas.

Más tarde, en el recinto parlamentario, el felipillo Sergio Tejada se encargaba de explicar a la prensa los complejos mecanismos democráticos que priman en eso que cínicamente se empeñan en llamar "partido nacionalista", cuando en verdad es un corral de nadinistas lleno de chupamedias. Al final parece que el Perú pasará por la humillación -una más- de tener como presidenta del primer poder del Estado a una señora cuyo único mérito es ser sobona incondicional de la primera dama.

Ya es hora de dejar de lado esa mala costumbre de esperar personas con méritos, trayectoria y prestigio, cosas que  antiguamente se buscaba en quienes iban a tener la alta responsabilidad de hacer las leyes. Ahora debemos darle paso a la mediocridad, la chusma, a los sobones, a los chupamedias, los saltimbanquis, trepadores, angurrientos y corruptos. Dejemos de lado la democracia para ponerse al servicio de un líder, no importa si es un líder de pacotilla. Total, qué otra cosa se puede esperar en un muladar político.

La rebelión en la granja del nacionalismo fue apenas un chiste, una "propuesta" según nos explica el genial parlamentario Tejada. Al finalizar la Era Nacionalista tendremos en la galería del Congreso junto a los cuadros pintados al óleo de Luna Pizarro, Bartolomé Herrera y Raúl Porras Barrenechea, al ezquizofrénico Daniel Abugattás, el chicheño Fredy Otárola y ahora también la de Ana María Solórzano. ¡Qué bajo ha caído el Perú!

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