domingo, 19 de octubre de 2014

El destituido de derecha



Escrito por: Elvis Occ

Nunca desaprovecho la ocasión para ir a dejarle unas flores a Don Pedro, el difunto esposo de mi madre y a quien considere -no mi segundo padre- el extraordinario amigo, mi pata que vivía con nosotros. No era perfecto, era "el antiguo“pues, como yo solía llamarlo. Tome el autobús y a pocos minutos de estar sentado cerca al conductor (para no ir a parar hasta Huarochiri) note la insidiosa mirada de un tipo en sus veintitantos. Tan pronto el asiento quedo vacío, este curioso lo tomo casi por asalto y sentose a mi lado. Mi cabeza estaba llena de signos de interrogación y el tipo seguía mirándome con irritante acuciosidad. Primero pensé que sería algún admirador de derecha y de allí mude con preocupación a la posibilidad que sea algún mal herido proterruco vapuleado por mis comentarios.


La situación se hacía incomoda y cuando pensaba dejar mi asiento y acercarme a la puerta posterior del microbús, el tipo no pudo más y me dijo con henchido pecho por su descubrimiento:
-Yo Ud. lo conozco Sr. Ud. no recuerda porque yo estaba chibolito.
Me extendió la mano y se presentó, para agregar como si fuera una pista excepcional:
-Yo vendía caramelos en el centro de Lima y Ud. me compro un montón. No se acuerda? ...atrás del Palacio de Gobierno? ...por donde esta una plaza con quioscos que venden anticuchos, crema volteada, mazamorra morada?
De repente me acorde, sí. Yo tenía la costumbre de ir a comer dulces por ese rumbo, casi hasta quedar al borde de la diabetes. Fue en una de esas ocasiones que se me apareció este chibolito y su cajita de dulces. Lo que me llamo la atención fueron sus enormes ojeras, tan fuera de lugar en un chiquillo de su edad. Recuerdo que compre como cinco soles de caramelos y lo arengue para que siga adelante en su negocio, que algún día podría llegar a ser un comerciante de cuidado si trabajaba duro. Bueno pues, hasta le dije que conocería Disneylandia como premio a su esfuerzo. Es que lo vi tan desanimado, tan vencido.


A pocas cuadras de llegar al cementerio me invito a almorzar a su casa -no pude negarme-  para conocer a su esposa y su bebe. El muchacho vivía en un AAHH de Jicamarca, un área de SJ. de Lurigancho que colinda con Huarochiri, allí tenía su casa y la única tienda de abarrotes de ese lugar. Afuera de la casa estaba una camioneta cargada de pertrechos para la tienda y su esposa atendiendo el negocio. El muchacho me la presento y mientras yo oteaba el horizonte de casitas, él se acercó a su mujer para susurrarle algo al oído. La Sra. cerró la tienda y se fue en la camioneta, aun cargada.
Mientras conversábamos en la sala, se abrió la puerta y entro su esposa con rebosantes bolsas de pollo a la brasa -es la comida del que te aprecia, caracho- y se dirigió a la cocina. Me invitaron al comedor y le dimos curso al plumífero con su respectiva Inca Kola. De un momento a otro el muchacho sugirió un brindis con gaseosita.
- Chola, este Sr. es el que te dije que me animo con sus palabras cuando vendía caramelos. La Sarita me lo puso en el camino por segunda vez, pero para agradecerle Sr. Salud!

Profundamente conmovido y satisfecho de mis ideas, me dispuse a retomar mi camino al cementerio pero el muchacho me contuvo para mostrarme orgulloso su recién nacido hijo. Pregunte por su nombre, como se acostumbra en estas circusnstancias. Se llama Elvis, me respondió la esposa y el muchacho medio pregunto:

- Es su nombre, no Sr?
Para luego agregar pícaramente:
- La señorita que estaba con Ud. ese día que me compro caramelos, le dijo Elvis.
Bueno, olvide mencionar que en aquella ocasión estaba acompañado de una graciosa damisela. Es que los caballeros no tenemos memoria. Mientras iba en el autobus me preguntaba si ese era el "destituido" al que apelaria la izquierda o si  esa joven familia era el futuro de la derecha, de nuestra derecha. Ay "antiguo"! Cuanto trabajo hay por hacer!

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