jueves, 27 de noviembre de 2014

El desastre nacionalista


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La situación política del Perú es realmente grave. No es para bromear. El gobierno de Ollanta Humala huele a estiércol. Ya hedía cuando se hizo cargo del poder con toda su recua de nacionalistas salidos de la nada. Su debut fue un escándalo de corrupción a cargo de su hermano Alexis, dirigente de su partido, y el congresista electo Josué Gutiérrez negociando con los rusos antes incluso de la juramentación. Enseguida saltó el escándalo de las Brujas de Cachiche donde el vicepresidente se vio implicado y tuvo que renunciar al cargo a cambio de ser blindado en el Congreso, para no ir a la cárcel como su hermano. Pero ese fue apenas el inicio de la pestilencia nacionalista.

Los escándalos de corrupción ya envuelven directamente a la pareja presidencial. En este momento Nadine Heredia ya debería estar investigada por lavado de activos, igual que Alejandro Toledo, socio de este fétido gobierno. Las vinculaciones de Ollanta Humala con personajes funestos como Óscar López Meneses, Martín Belaúnde Lossio y Juan Carlos Rivera Ydrogo son solo la punta del iceberg de corrupción en el que flota el régimen. Aun falta investigar el uso que se le daba en Palacio al abultado presupuesto de publicidad. Todo esto debe haberle removido la conciencia a Ollanta Humala para reflejar su propia realidad al decir que el fujimorismo nació de la cloaca. No. En realidad quienes nacieron de la cloaca son los nacionalistas liderados por Ollanta Humala y Nadine Heredia. Hay que recordar bien de qué muladar salieron estos trepadores.

Más allá de la parejita presidencial están los mamarrachos que arribaron al Congreso. Durante su presidencia, el delirante Daniel Abugattás convirtió el Congreso en un circo de gitanos que iba por todas partes armando su carpa con la idea (si se puede llamar así al delirio) de entrar en contacto con la población. Luego inventó el negociado de los "gestores parlamentarios", ridículo proyecto con el que pretendía dar empleo a toda la recua nacionalista que no había salido elegida, como Nancy Obregón o otras perlas del mismo valor.  Felizmente la estupidez fue detenida, revelando el nivel de ignorancia en el que se encuentran los nacionalistas respecto a las funciones de un parlamentario.

De la gestión de Víctor Isla solo queda el affaire con su asesora, a quien cargaba como equipaje en los viajes oficiales, dando cabida a una nueva labor de asesoría de alcoba. Esto ha sido descubierto gracias al chuponeo revelador que la actual presidenta del Congreso Ana María Solórzano parece haber encargado motivada por celos apasionados. El Congreso es hoy un reality show donde las amantes se tiran de las trenzas. Tal es pues lo que el nacionalismo y su nivel de barriada nos ha dejado como autoridades. Debemos agradecer a Nadine la gran idea de haber designado a sus dos fieles mucamas en la presidencia de la PCM y del Congreso. A esta última no se le reconoce ningún atributo que no sea el de su fidelidad a Nadine, y la otra solo demostró ser una excelente organizadora de espectáculos y una esforzada telonera de Nadine bajo los toldos.

Toda esta inmundicia en la que flota el Perú hoy en día hay que agradecérsela al electarado que votó por un cachaco mediocre sin oficio ni beneficio, sin experiencia ni capacidad, chofer de una apestosa combi electoral repleta de improvisados. Y también hay que agradecérselo a los "garantes" que, guiados por un odio malsano, irresponsablemente prefirieron apostar por esta plaga de incapaces y trepadores solo para impedir el triunfo de Keiko Fujimori. El día que se termine de procesar toda la corrupción que hoy impregna el paisaje político, deberíamos hacerle un espacio a esos payasos que con su aval permitieron que el Perú cayera en manos de una secta barata de vividores y asaltantes del poder. 

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