viernes, 20 de marzo de 2015

Que se vayan todos


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El gobierno de Ollanta Humala, desde su inicio, vive salpicado de escándalos de todo tipo. Incluso antes de empezar ya estaban su hermano Alexis y el congresista Josué Gutiérrez metidos en una extraña negociación con los rusos que hasta ahora no se quiere investigar. La juramentación de Ollanta no se salvó del escándalo debido a su obstinación en jurar por la Constitución de 1978, una consigna de ciertos sectores delirantes que quieren borrar del mapa todo vestigio de Fujimori, empezando por la Constitución de 1993. 

Apenas iniciado el gobierno saltó el escándalo de las Brujas de Cachiche, donde el vicepresidente Omar Chehade, junto a su hermano y altos mandos policiales, negociaban el desalojo de Andahuasi. El resultado fue blindaje para Chehade a cambio de renunciar a su simbólico cargo de vicepresidente mientras su hermano ingresaba a la cárcel y altos mandos policiales se iban al retiro. Pero eso fue solo el inicio. Luego llegaría el escándalo del resguardo policial a Oscar López Meneses, la aparición de aportantes fantasmas o pobres a la campaña de Gana Perú, los negociados de familiares de Nadine Heredia, las cuentas misteriosas de la misma Nadine y sus impresionantes capacidades de asesoría en cualquier rubro, etc. 

Ahora un nuevo escándalo sacude al gobierno al descubrirse un insólito reglaje a políticos, empresarios y periodistas por parte de la DINI. Algo que ya antes se había denunciado sin que ganara mucho interés por estar focalizado a dos personajes. Hace poco se descubrió que se trataba de una tarea de mayor envergadura, pero ahora se sabe que es un trabajo muy amplio, que involucra a muchísima gente. Ya no se puede tapar el sol con un dedo. Ya no es posible volver a mecer a la gente con un circo de diálogo. Todo eso ya fue. Ahora lo que cabe es solo la renuncia.

Ana Jara ha dado la cara sin inconvenientes porque evidentemente con ella no es el asunto. Es obvio que ella no tiene la menor idea de lo que pasa en el gobierno. Cada vez resulta más evidente que es solo un objeto decorativo, una especie de recepcionista de Palacio para tramitar las quejas y montar los patéticos circos de diálogo. Nadie se toma en serio a Ana Jara. Su imagen de chiflada bíblica que tuitea versículos y salmos, mientras se reúne con iluminados evangélicos que le imponen las manos sobre su cabeza no es la que un gobierno peruano necesita. A este paso solo falta que convoque a los brujos de Motupe para que hagan sus rezos en Palacio. A ese nivel estamos llegando.

Desgraciadamente este es un gobierno a cargo de un pelele inútil que ha dejado el mando en manos de su esposa. Es Nadine la que ha estado colocando y sacando ministros, formando gabinetes y moviendo las fichas en el Congreso, el partido y otros estamentos, mientras el incapaz de Ollanta se dedica a viajar por el país repitiendo el mismo rollo de siempre. Todavía resuenan en su mente los cuentos infantiles que su alucinado padre le narraba durante su adoctrinamiento juvenil, aun se cree el salvador de la patria y el guardián socrático de la nación. El país ha declinado en todos los aspectos sin que el mamarracho de palacio se digne a tomar acciones. 

El país es un caos de conflictos. Cada mes declaran un paro regional en algún lado y el gobierno solo atina a correr para firmar la claudicación, como acaba de ocurrir en Andahuaylas. Mientras tanto la delincuencia crece en todos lados, el terrorismo reaparece y cobra suculentas reparaciones siguiendo al pie de la letra las recomendaciones de la CVR, y hasta se dan el lujo de hacer murales en la ciudad al amparo del progresismo villaranista. Con cachita han cubierto la tumba de Vallejo con la imagen de Abimael Guzmán y en pocos días inaugurarán el Museo de la Memoria. 

Se viene un pedido de censura si Ana Jara no se digna en renunciar. Ya se les acabaron las cortinas de humo. Chile se ha encogido de hombros ante el reclamo peruano por espionaje y ha mirado a otro lado. El Congreso ha rechazado con mucha lógica una ridícula investigación a Keiko que solo estaba destinada al circo mediático. No se puede investigar a Keiko 15 años después de que saló del gobierno, luego de que ya fuera objeto de varias investigaciones previas y cuando no es funcionarias pública. Eso no tiene sentido alguno. Ya basta de vendettas. Lo único que tienen es la megacomisión como cortina de humo. El caso Martín Belaúnde tiene para rato y quedará sumergido en la tramitología judicial. Así que a menos que salga algo nuevo las cartas están sobre la mesa. Ana Jara debería irse y Ollanta aprovechar la oportunidad para adelantar elecciones o salvar sus últimos meses con un gabinete de consenso, algo que no está en su ADN. 

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