viernes, 20 de noviembre de 2015

Doctrinas en contra de la libertad


Escribe: Dante Bobadilla Raírez

Fuente: El Montonero

Una enseñanza básica que debería proporcionarse a los niños es que nosotros somos los autores y responsables de nuestros actos y nuestro destino, y que solo necesitamos un ambiente de libertad para progresar. Pero esta es una idea subversiva, que atenta contra el establishment cultural, político y religioso, el cual enseña justamente lo contrario. No es casual que la gente viva pidiendo más Estado y más control, ni verlos adorando dictadores en espera de su generosidad. Sería mejor si las personas tuvieran una filosofía de la vida en vez de una religión, pues resulta más importante entender cómo funciona este mundo, antes que perderse en ideas de cómo es otra vida o un mundo fantástico con seres imaginarios. Lo que necesitamos es entender este mundo y esta vida, y saber cómo lidiar con la realidad. El marxismo pretendió ser esa filosofía de la vida, pero se degradó por tratar de construir el paraíso terrenal mediante una guía suprema, sin respetar la libertad del individuo.

Una filosofía de la vida debe enseñar a valorar la libertad. Y esto implica eliminar la idea de un guía supremo. La evolución de la vida es un gran ejemplo de cómo se consigue el progreso y la perfección sin ninguna intervención suprema. Lo que se necesita es suficiente libertad para que el esfuerzo individual y la variabilidad lleguen a ofrecer algunos buenos productos, que al final prevalecerán por sus propios méritos. La ciencia es difícil de entender porque contradice el sentido común y hasta la experiencia cotidiana. Cuando se dijo que el Sol no giraba alrededor de la Tierra nadie lo creyó. Tampoco aceptan que la vida resulte de simples copias genéticas mutando todo el tiempo y sometidas a la selección natural a lo largo de millones de años. Pero así es la realidad y no hay método más eficiente y simple que ese.

La idea de que todo existe gracias a un gran creador, y que las cosas ocurren porque alguien misteriosamente las guía, es muy fuerte, natural e intuitiva. Además de conveniente. Surge del sentido común. Esta misma idea, aplicada a la política, nos conduce a la búsqueda de un dictador que, desde un Gran Estado, planifique la vida y se haga cargo de todos. Tener un guía supremo ocupándose de la vida ofrece más seguridad y comodidad. Es un efecto psicológico iluso. En los hechos, el Estado no puede controlar mucho, pero lo que sí hace es cercenar la libertad poco a poco. El resultado final es siempre injusticia y degradación social.

Los enemigos de la libertad abundan. Andan disfrazados y engañan con melosos discursos de justicia social. La principal ofensiva ideológica contra la libertad es el igualitarismo. Nos quieren convencer de que la igualdad equivale a justicia. La relamida “lucha contra la desigualdad” es el nombre moderno de la vieja pobretología que ya aparece en la Biblia y es, por un lado, una descontrolada e ineficiente filantropía con dineros públicos y, por otro, la excusa perfecta para otorgarle poder al Estado que, en nombre de la “justicia social”, limitará a los más eficientes otorgando privilegios a los considerados “vulnerables”. Este accionar es alabado por altruista, pero los resultados son invariablemente negativos. Y no pueden ser de otra manera porque se está falseando la realidad y anulando a los más productivos. El maquillaje y las prótesis inventadas por los políticos para equilibrar la sociedad nunca han logrado mejorarla sino todo lo contrario: llevan a la mediocridad y miseria general. Las pruebas abundan.

Lo único que logra generar progreso es la libertad, con el accionar de los individuos tomando decisiones personales. A más libertad, más desarrollo. Es una ecuación simple que parece una fórmula matemática, pero curiosamente muchos no la aceptan. ¿Han visto la cantidad de enemigos del libre mercado? Adoptan poses de gurús académicos para decir panfletadas como “el mercado no es perfecto”, como si algo lo fuera. El mercado no es otra cosa que la sociedad misma. Los enemigos del libre mercado son enemigos de la libertad. Es cierto que la libertad tiene sus riesgos. ¿Qué cosa no tiene riesgos? Pero es mucho mejor correr los riesgos de la libertad que sucumbir ante la esclavitud abrazando la ilusión del Gran Estado regulador.

Preocupa el hecho de que no exista en nuestro sistema educativo nada que le permita a la gente valorar la libertad ni adoptar una filosofía realista de la vida. De hecho la ciencia anda relegada. Solo tenemos diferentes doctrinas de dirigismo supremo, empezando por el implacable adoctrinamiento religioso desde el nido hasta el último año escolar, para pasar luego al marxismo cultural en la universidad. Mientras no brindemos una adecuada formación científica y filosófica para entender la vida y el mundo de un modo realista, valorando la libertad y la acción humana, las personas seguirán sucumbiendo ante la irresponsabilidad, y abrazando doctrinas iluministas, salvadoras y totalitarias.

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