martes, 2 de febrero de 2016

Caras nuevas, ideas viejas


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una estrategia muy recurrida del márketing es ofrecer lo mismo con el mensaje de "nuevo". Y es que a la gente le gusta la novedad. Siempre hay curiosidad por probar lo nuevo. Entonces se renueva el empaque o se le agrega algún componente inocuo al producto, como puntitos azules o vitaminas, pero en esencia es lo mismo de siempre. Esto mismo ocurre en la política. Nunca falta gente que se lanza con la etiqueta de "nuevo". Los típicos saltimbanquis y trepadores salidos de la nada se venden como la gran novedad, pero en el campo de las ideas no ofrecen más que lo mismo de siempre. Además no hay nada más tradicional en nuestra política que los aparecidos y los improvisados que saltan a la arena con mucho valor pero sin capa ni arte. Basta verlos actuar un minuto y escucharlos para saber que se trata de lo mismo con cara nueva. 

Habría que ser muy ingenuo para dejarse conquistar por estos improvisados que repiten los mismos relamidos discursos de toda la vida: yo soy lo nuevo y el cambio, los demás son lo mismo de siempre, el pasado es nefasto, necesitamos un cambio, etc. En esta ocasión, los candidatos que han aparecido enarbolando sus rostros nuevos y relativamente jóvenes son Verónika Mendoza y Julio Guzmán. La candidata del Frente Amplio no ha logrado convencer porque todo el mundo sabe que detrás de ella están los mismos personajes funestos de la izquierda recalcitrante, como el cura Marco Arana. Por eso su discurso carece de novedad. Verónika Mendoza no es más que el nuevo mascarón de la vieja izquierda delirante, como ayer lo fue Ollanta Humala, otro improvisado que llegó con el discurso de lo nuevo y el cambio.

Los peruanos ya estamos cansados de los aventureros que se aparecen en la arena política sin tener nada más que sus buenas intenciones. Carecen de cuadros y de ideas, por lo que no les queda más que ofrecer más de lo mismo con la afirmación de que ellos si lograrán las metas. Por ejemplo, Julio Guzmán, un candidato huérfano de ideas propias y flotando en la orfandad de sus cuadros, asegura que será la solución contra la corrupción. ¿Cómo lo hará? Dice que él mismo vigilará a su equipo. ja ja ja

El plan de gobierno de Julio Guzmán es lo más parecido que hay a un trabajo escolar. Todo es una cansada repetición de los discursos más baratos que se escuchan en la política, empezando por las furiosas condenas al pasado. Ápenas en su presentación encontramos clamorosas inconsistencias. Por ejemplo, empieza condenando los últimos 30 años como nefastos, afirma que el presente es tenebroso en muchos sentidos, para luego afirmar que "nos encontramos en un momento inmejorable para decidir por una opción diferente, luego de tantos años de postergación. El Perú tiene recursos fiscales, estabilidad económica y una nueva clase media joven y emergente en expansión, con gran optimismo, actitud triunfadora y que ha recuperado la capacidad de SOÑAR". Es obvio que él mismo no se percata de la gran contradicción de su discurso. ¿De dónde salió esta clase media si todo nuestro pasado en los últimos 30 años es funesto y solo hubo postergación?

Luego Julio Guzmán nos presenta su enfoque basado en la felicidad. En serio. Lo que pretende es asegurarnos "la felicidad", como si la felicidad fuese lo mismo para todos. Los padres fundadores de los EEUU afirmaban que la felicidad era el objetivo de cada persona, pero que ese era un problema del individuo, no del Estado, y que el Estado solo debía garantizar la libertad. El novedoso enfoque de Guzmán es que el Estado nos va a garantizar la felicidad. ¿Cómo? Nos proveerá todo lo que se necesita para el bienestar: acceso a los servicios públicos, empleos "dignos y estables" con sueldos que subirán. Eso es lo más parecido al socialismo del siglo XXI que he leído en un plan de gobierno. 

En el plan de gobierno de Guzmán resalta la ingenuidad. Para variar, cree que todo se arregla con una oficina de nombre rimbombante. Por ejemplo, para luchar contra la corrupción propone una "Comisión de Alto Nivel Anticorrupción". Casi lo mismo que inventó Alan García y fue un fracaso. Y es parecido a los que ofreció Ollanta Humala para luchar contra la delincuencia: una gran Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra la Delincuencia. O sea, de estas ideas baratas estamos cansados. Con burocracia no se arreglan las cosas.

No podemos dedicarnos acá a analizar todo ese mamotreto de plan de gobierno pero más de la mitad son propuestas que no corresponden a las esferas del gobierno central. Lo único que podemos advertir es que no tiene una sola idea original que marque la diferencia. El cuento de que es "lo nuevo" no pasa de ser una mera etiqueta para engañar a los incautos. Lo peor no es que tenga las mismas relamidas ideas que los demás, sino que tampoco tiene cuadros. Recién se le han arrimado algunos tránsfugas, como Daniel Mora, que son los primeros que luego abandonan el partido que los llevó al Congreso. Como ven, Julio Guzmán no es nada nuevo en realidad, ni siquiera en su manera de meterse a la política por la ventana. Esta clase de candidatos son los más peligrosos que hay para cualquier país por aventureros, improvisados y sin cuadros.

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