lunes, 25 de diciembre de 2017

Hasta que al fin le llegó el indulto a Fujimori


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Negocios son negocios. Es todo lo que parece entender PPK, y lo aplica en su gestión política sin hacer ninguna diferencia. Bajo esta misma filosofía, acaba de concederle el indulto a Alberto Fujimori en pago por los servicios prestados durante el proceso de vacancia, cuando diez afortunados votos fujimoristas le salvaron el cuello. PPK sigue de presidente no por haber probado su inocencia, ni por la fogosa y apasionada perorata de Alberto Borea, con llanto incluido, sino por haber negociado con Kenji Fujimori -y tal vez directamente con el mismo Alberto- los votos que necesitaba para sobrevivir en el cargo.

Así que ya podemos tirar a la basura todo ese rollo patético de la lucha contra la corrupción, la defensa de la institucionalidad, la democracia, el Estado de derecho y demás basura retórica que se repitió hasta el cansancio en ese debate. Acá todo se arregla con pactos bajo la mesa. Así ha funcionado siempre la política peruana. Y no solo en lo que respecta al indulto de Fujimori sino también a su condena judicial. ¡Pero claro que sí! La condena del tremendo juez César San Martín también fue un sucio y perverso negociado caviar. Ese no fue un juicio sino un circo donde lo último que importó fue la justicia y la verdad. ¿Por qué creen que salieron con esa tontería del "autor mediato"?

Ya es tiempo de dejarnos de babosadas. Ni la sentencia de Fujimori fue limpia ni su indulto lo es. Así de simples y claras son las cosas. El indulto ha provocado las iras de todos esos sectores de odiadores de la izquierda patológica que celebraron en su momento la injusta condena de Fujimori. También anda furiosa la chibolería universitaria, eternos tontos útiles de la izquierda, engañados desde las aulas universitarias y las webs manejadas por los nerds del progresismo infantil.

Es obvio que PPK ha terminado quemado. Es un hombre en ruinas. Si antes tenía pocos aliados, ahora es posible que se quede solo. Nunca tuvo visión política. Su trayectoria desde que pasó a la segunda vuelta ha sido un completo desastre. Perdió la oportunidad de otorgar el indulto de entrada nomás y quedar como un gran estadista, con grandeza y nobleza, mirando la reconciliación. Pero no. Prefirió abrazarse con los descerebrados de la cloaca infantil "No a Keiko" y hasta les firmó un acta de compromiso. ¿Cómo se puede ser tan idiota en política?

El pobre PPK se pasó todos estos meses rehuyendo el indulto. Cualquiera con dos dedos de frente sabía que era un paso que se tenía que dar. Además era de justicia. Fujimori es un hombre enfermo de 80 años que ya pagó 12 años de condena infame. Sus delitos comunes no merecían más que 8 años. Tampoco se pueden dejar en el olvido los grandes aportes que Fujimori le dio al país. La salvajada de la autoría mediata era un disparate caviar que tendría que haberse corregido con un indulto oportuno. Pero nadie tuvo la hidalguía de darlo. Ni PPK.

Incluso ahora PPK ha preferido refugiarse detrás de la figura del indulto humanitario, justificado con un informe médico que para colmo parece más trucho que la sentencia del juez San Martín. Nada le costaba a PPK coger un papel en blanco y firmar el indulto sin ningún tipo de justificación. No lo necesita. La Constitución no lo exige. El indulto no es una figura jurídica, no tiene nada que ver con leyes ni reglamentos. El indulto es una gracia presidencial, una figura eminentemente política y se usa con fines políticos. Para eso es que existe. Por eso carece de sentido todo ese cacareo jurídico de los leguleyos, en especial de los "expertos en DDHH" que pululan en las oenegés pro terrucas.

Y ahora a lo hecho, pecho. A aguantar a toda esa plaga de enfermos mentales del antifujimorismo patológico que ya empezó a salir a las calles. La gran mayoría son chiquillos imberbes que no tienen la necesaria perspectiva para juzgar a Fujimori ni conocen de primera mano lo ocurrido en el Perú en los últimos 35 años. Nadie menor de 40 está capacitado para juzgar a Fujimori, pues tendría que haber padecido por lo menos el primer gobierno de Alan García, haber sufrido en carne propia el modelo socialista que dejó Velasco, tendría que haber hecho colas y colas para conseguir alimentos básicos y gasolina, padecer el desastre de las empresas públicas y la hiperinflación, para no mencionar la muerte de seres queridos a manos del terrorismo, vivir con apagones, con miedo, en un país sin esperanza ni futuro. Si nadie vivió eso en carne propia, no tiene autoridad para juzgar a Fujimori. 

Yo nunca voté por Fujimori ni fui un seguidor suyo. Al contrario, terminé siendo opositor a sus sucias maniobras en la última etapa de su gestión. Sus últimos tres años fueron de lo peor que se vio en la política peruana, aunque no muy distinto de lo que estamos viendo ahora. Es decir, esa compra de medios, políticos, jueces, fiscales y todo lo que se podía comprar fue real, pero de ninguna manera fue exclusivo del régimen de Fujimori. Que eso quede claro. No seamos hipócritas. Pero al margen de todos esos vicios que critiqué con repulsión, siempre viviré agradecido a Fujimori por haber salvado al Perú, por haber recompuesto sus instituciones podridas y desfallecientes, por haber saneado su economía, por haber reconstruido el país que no tenía ni carreteras, por habernos devuelto la paz y el orden y por poner al país en las sendas del desarrollo para que los demás solo gobiernen con piloto automático. 

No se trata de juzgar y condenar a Fujimori solo por las cosas malas que hizo. Hace falta realizar un mayor esfuerzo comprensivo y juzgar toda su gestión, considerando las circunstancias especialmente difíciles que tuvo que afrontar, para luego hacer un balance. Eso es lo que hace un ser pensante. Solo los idiotas se tragan los cuentos de la izquierda y se dedican a cacarear mitos y a odiar en medio de la más penosa ignorancia. Pero desgraciadamente la estupidez y la ignorancia abundan.

PPK tiene que ser firme y reorganizar su cerebro. Tiene que cambiar de aliados, expulsar a los asesores que lo llevaron por el camino de la confrontación, dar de baja a la caviarada enquistada en el poder, recomponer el gabinete y tomar las riendas del país. De lo contrario, la situación se le puede poner más difícil. PPK está pegado con babas al sillón presidencial. Si no se pone las pilas esto puede terminar en un golpe. Los malvivientes de izquierda son capaces de llamar a un golpe "en defensa de la democracia". Los conozco de sobra. Habrá que cerrar filas en torno de PPK solo por preservar al país. 

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