martes, 9 de enero de 2018

La reconciliación imposible


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: La Fuerza 

Es claro que el gobierno de PPK trata de enmascarar el indulto concedido al ex presidente Alberto Fujimori, como un primer paso en el camino hacia la reconciliación nacional. Se trata de una maniobra política que no tiene sustento en la realidad de sus actos. Mientras dicen una cosa, hacen otra. Si este hubiese sido el primer acto de su gobierno, las cosas hubieran sido mucho más fáciles y manejables. Pero ahora todo huele a mentira, incluso el discurso de la reconciliación.

Es un hecho que la reconciliación nacional nunca fue de interés para este gobierno, y menos aun cuando PPK le debe enteramente su magro triunfo electoral al antifujimorismo. Por eso mismo siempre fue un rehén del antifujimorismo.

En todo este tiempo PPK jamás dio muestras de interesarse por el diálogo y la reconciliación. Por el contrario, prefirió la soledad y el autismo, mostrándose parco en las únicas dos ocasiones en que dialogó con la lideresa de la oposición, una a instancias del cardenal y la otra por iniciativa de la propia Keiko Fujimori.

Además, PPK nunca dio señales claras de estar a favor del indulto a Fujimori. El tema era permanentemente manoseado por la prensa y PPK se limitaba a decir que era un asunto médico. Su postura anterior fue pedirle al Congreso una ley que permita cumplir penas en el domicilio, aclarando que no podía ser una ley con nombre propio, cuando él mismo estaba proponiéndolo como una solución al caso de Alberto Fujimori.

Las evidencias confirman que el indulto fue producto de un acuerdo urdido por PPK para salvarse de la vacancia. Todo encaja. De modo que el indulto no ha sido en realidad producto de un diálogo abierto, de una política de Estado, de un plan de gobierno ni nada que se le parezca. Ha sido un manotazo de ahogado.

Lo que vemos ahora es una maniobra desesperada de rescate de la credibilidad presidencial y una operación de soldadura para asegurar la flotabilidad del gobierno. Sin embargo, es obvio que el gobierno y sus partidarios carecen de una partitura. Las declaraciones de unos y otros solo exhiben el caos por el que atraviesa el régimen. No hay uniformidad de criterios. Para colmo, ni siquiera dan muestras de estar en el camino sincero de una política de reconciliación. No tienen nada.

Los principales voceros del régimen siguen echando gasolina a la hoguera cada vez que hablan de la supuesta reconciliación. No ha habido un cambio de actitud ni de discurso en Mercedes Araoz ni en Juan Sheput, por ejemplo. Ellos siguen sobre la base de validar las posiciones de la CVR y la sentencia de Fujimori, que son los dos instrumentos que encendieron la hoguera que hoy divide al país.

Si Mercedes Araoz piensa como se ha expresado en su reciente columna de El Comercio, pues debió tener la entereza de renunciar al cargo de presidenta de la PCM, apenas se enteró del indulto, que a todas luces fue por medio de la prensa. Al quedarse en el cargo, tal vez urgida por el propio presidente, debió convocar a gente pensante con cabeza fría que los ayude a diseñar rápidamente una política de paz y reconciliación en el país, algo que no es fácil ni se puede improvisar.

Pero en realidad no hay nada de nada. Este gobierno sigue trastabillando sin brújula ni timón. Todo lo que vemos es improvisación y discurso hueco. No se puede hablar de reconciliación con el informe de la CVR en la mano, ni aplaudiendo la sentencia de Alberto Fujimori, que son los dos instrumentos de venganza de la caviarada. No se puede seguir con esa farsa de pedirle a Fujimori que se arrodille y pida perdón a las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos cuando está demostrado que él no tiene ninguna relación con esos crímenes y que estos fueron, además, improvisados.

La Cantuta fue un acto demencial de militares borrachos, liderados por un inestable Martín Rivas que nunca siguió órdenes de nadie. Y eso se evidencia en la cadena de acciones improvisadas y torpes que ejecutaron. Barrios Altos fue ejecutado por un grupo de militares que quisieron vengar a sus compañeros, asesinados en el bus de los Húsares de Junín dinamitado por SL en una calle céntrica. Ninguno de estos actos fue ordenado por instancia alguna del gobierno de Fujimori, que jamás tuvo como estrategia antisubversiva este tipo de acciones. Cargarle la responsabilidad de tales crímenes a Fujimori fue una felonía jurídica que no se puede seguir avalando. 

De manera que no se puede hablar de reconciliación si a nadie le interesa colocar la verdad sobre la mesa, en primer lugar, y prefieren en cambio seguir validando los mitos y mentiras montados por la élite caviar en venganza contra Alberto Fujimori. No se puede hablar de reconciliación con mentiras y venganzas. No se puede exigir la humillación de Fujimori ante las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos como requisito previo para una reconciliación. Ese no es el camino de la reconciliación.

Si este gobierno quiere sobrevivir, le conviene emprender un diálogo verdadero y tomarse en serio la reconciliación, no como una simple mascarada para tontos. Ya que han nombrado a este año como “Año del Diálogo” pues que empiecen a practicarlo. Queremos ver un plan de diálogo, pero con las personas adecuadas. No nos interesa que vuelvan a mecernos con el circo del diálogo habitual, convocando a los partidos a palacio para tomarse una foto, y mucho menos perdiendo el tiempo con ese adefesio del Acuerdo Nacional que inventó Toledo para salvar su cuello.

Empecemos el diálogo pero dejando las mentiras de lado. Es decir, arrojando a la basura el informe de la CVR y dejando en claro que el juicio de Fujimori fue una felonía legal. Solo después de ese primer paso podemos empezar el diálogo.

sábado, 6 de enero de 2018

Fujimori suelto en plaza


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Finalmente el ex presidente Alberto Fujimori salió de alta y se puede decir que ya es nuevamente un hombre libre para tormento del antifujimorismo patológico, básicamente para esa izquierda oenegienta pro terruca, que ya ha iniciado trámites ante instancias internacionales para anular el indulto, argumentando falacias y leguleyadas. Esa jauría rabiosa seguirá ladrando por un buen tiempo. Tenemos ruido político para rato, con marchitas, columnas en diarios y programas de TV, como si no hubiesen cosas más importantes que atender en este país.

Por mi parte prefiero creer que el indulto es irreversible. Y prefiero creerlo no solo por Fujimori, que ya pasó bastante carcelería y no merece más, sino por el país, pues sería muy penoso que el Perú se vea subyugado por una corte internacional en un tema que no es jurídico sino político. También sería lamentable que, ante tal eventualidad, el presidente Kuczynski vea perder su autoridad por completo. Obviamente sería humillante que la Constitución del Perú sea violentada por la CIDH, en alianza con las rabiosas y fundamentalistas oenegés de la izquierda pro terruca. No quiero imaginar la vergüenza que sentiría como peruano al ver que la CIDH es capaz de pasar por sobre nuestra Constitución y por encima de la autoridad de nuestro presidente anulando el indulto a Fujimori. Sería inconcebible ver a Fujimori siendo llevado de vuelta a prisión. ¿Cómo quedaría el Perú ante los ojos del mundo? Sería la peor degradación que nos tocaría vivir como país. Semejante escenario me resulta perturbador y grotesco. Por eso prefiero creer que el indulto ya es un hecho consumado.

Pero no puedo evitar algo de miedo porque en este país puede pasar cualquier cosa, lamentablemente existen sectores de auténticos enfermos mentales llenos de odio, a quienes nada les interesa más en esta vida que ver a Fujimori preso. Todo lo demás está por debajo de ese innoble objetivo. Y la verdad es que a estos enfermos nada les interesa la moral, ni los ddhh, ni las supuestas "víctimas", nada de eso. Todo es floro y pose. Ellos han hecho del antifujimorismo su plan de vida, de lucha y su sentido de existencia. No exagero pues cuando los llamo enfermos mentales. Eso es lo que son, sin exagerar.

En este momento el problema no es Fujimori. Objetivamente él ya es un hombre acabado que merece pasar sus últimos años en la paz del retiro. No tiene salud ni opción para hacer política activa y su mayor preocupación debería ser preservar la unidad del fujimorismo, o por lo menos de sus hijos. En realidad Fujimori no es ningún monstruo ni representa peligro alguno para nadie. Así que toda esa inquina de los enfermos mentales del antifujimorismo patológico carece de sentido. Deberían buscar alguna cura espiritual o psiquiátrica. Hay muchas cosas más nobles, urgentes e importantes en qué ocupar tanto esfuerzo, dinero y dedicación. 

Así pues, como vemos, el verdadero problema que enfrenta el país es el antifujimorismo. No exagero cuando digo que es una epidemia y una enfermedad mental. Y es que el odio al igual que la risa se contagia por contacto. Ver reír a alguien contagia igual que ver odiar. Y acá tenemos a toda una generación de jóvenes que ha crecido en contacto directo con el odio a Fujimori y hoy salen a marchar sin tener ideas claras de lo que hay detrás de su odio y sus consignas. No tienen idea. Lo he podido comprobar personalmente. Además basta leer sus comentarios en las redes para darse cuenta de que están saturados de mentiras en medio de una penosa ignorancia. Se han creído todos los mitos y mentiras de la izquierda rencorosa, mendaz, farisea y pro terruca.

Lo mejor que podríamos hacer en el Perú ahora mismo es voltear la página de Alberto Fujimori y dedicarnos a reconstruir este país, en lugar de tratar de destruirlo, que es el afán permanente de la izquierda insidiosa. Lo sano y cuerdo sería apuntalar este gobierno para que nos saque del hoyo en lugar de dejarlo solo y esperar a que se hunda. El torpedo más efectivo para que esto suceda es buscar la anulación del indulto a Fujimori y seguir con esa cantaleta sin fin. ¿Se imaginan cómo quedaría PPK si los comunistas le tuercen el brazo con la CIDH y sus marchitas y le obligan anular el indulto? Volveríamos al fondo del hoyo. Y eso es lo que quieren estos indigentes mentales de la izquierda.

Me parece que los pocos políticos pensantes que tenemos, los pragmáticos, deberían alzar la voz para imponerse sobre el griterío histérico de los incendiarios del antifujimorismo. Esperemos también que la asquerosa prensa que tenemos deje de arrojar gasolina sobre la hoguera de los rojos, acalle las voces estridentes de personajes de pacotilla como Marisa Glave y Verónica Mendoza que nunca han aportado ni aportarán nada bueno al país jamás. La prensa no debería jugar a favor de la crisis política, no debería darle tanto espacio a gente que solo tiene un solo discurso de odio. Al contrario, la prensa debería asumir un rol más responsable y arrojar un baldazo de agua fría al escenario. El país se merece algo mejor que el caos, el odio, la venganza y el enfrentamiento permanente. Y es hora de reconocer quiénes están a favor de la paz y quiénes quieren incendiar este país.

miércoles, 3 de enero de 2018

2018: Año de la descaviarización del Perú


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Hoy acabaron formalmente las vacaciones de fin de año y empezamos el 2018 con un nuevo panorama político. El indulto de Alberto Fujimori les ha caído como agua bendita al demonio a todos los sectores de la izquierda patológica infecto contagiosa. Al punto que muchos han empezado a renunciar de sus cargos en el aparato del Estado, desde ministros hasta chupes de última categoría. Y nos hemos topado con cada sorpresa al ver las sabandijas que estaban chupando la teta del Estado solo por ser progres y nakos.

Claro que la mayoría de caviares y progres seguirán bien prendidos de la mamadera. A esos habrá que echarlos. Principalmente de los ministerios de Educación y de Justicia, que son los dos buques insignia de la izquierda hace 17 años, cuando fueron tomados por Diego García Sayán y Nicolás Lynch. Allí empezaron las curiosas reformas destinadas por un lado a favorecer terroristas o a sus familiares, y por el otro, a cambiar la historia para educar a la juventud en el pensamiento CVR, para acabar finalmente imponiendo la ideología igualitarista desde la escuela.

Con el indulto a Fujimori, el presidente PPK pasó a la condición de apestado para los sectores progres y caviares, que ya le han quitado todo su respaldo para correr a meterse en la trinchera de la oposición. Lo mismo pasa con los demás partidos políticos que prefieren la pose y el gesto correctos, y han preferido distanciarse del gobierno criticando el indulto a Fujimori. Habrá que ver con quién termina gobernando PPK. En todo caso no puede ser peor que cuando estaba la caviarada.

La tarea principal de los enajenados de izquierda será tratar de traerse abajo el indulto mediante sus clásicos lloriqueos ante las instancias internacionales. Frente a esto, el gobierno, a través de su presidenta de la PCM, Mercédez Araoz, ha respondido con suficiente firmeza que aunque la CIDH chille y patalee prevalecerá nuestra Constitución, que le permite al presidente indultar sin dar explicaciones a nadie. Así que ya pueden los rojos, progres, caviares y demás hueveras de la izquierda infecto contagiosa juvenil ir poniendo sus barbas en remojo.

Por su parte el fujimorismo sufre también un terremoto interno con la salida de Alberto Fujimori. Es difícil vaticinar lo que puede suceder, y no soy de los opinólogos que gustan hacer de videntes políticos, anticipando escenarios que solo caben en las alucinaciones de un ayahuasquero. Habrá que ver qué ocurre en la tienda naranja, pero de que la naranja está partida, lo está.

Así pues el panorama se presenta bastante interesante. Habrá que ser optimista. Además hay motivos para estarlo, pues este año perece ser el inicio de la descaviarización del Estado. Si tuviéramos una verdadera dirigencia política de derecha, lo que cabría hacer es empezar a derribar los mitos y mentiras que la izquierda ha venido generando y repitiendo durante todo este tiempo sin que nadie les responda. 

La dictadura caviar ha resultado la más larga de la historia moderna, pues ha durado 17 años. Tiempo que supera con creces a la última dictadura militar que en sus 12 años le causó un daño enorme al país. Ahora, tras 17 años de mentiras regadas por progres y caviares, ha terminado infectando el cerebro de los jóvenes, ya no con su nefasto anti imperialismo, marxismo, pensamiento Gonzalo y demás estupideces propias de la izquierda fracasada, sino con un patológico antifujimorismo militante hecho de embustes y cuentos de terror sobre los 90. Habrá que ver de qué manera se revierte toda esa sucia manipulación de la verdad. Hay que hacerlo. Resulta patético ver marchar a tantos jóvenes incautos cacareando consignas bobas, sin darse cuenta de que han sido vilmente engañados por la izquierda, una vez más.

Por nuestra parte, seguiremos en la lucha diaria en contra de las mentiras y de los peligros que se ciernen contra la libertad individual y comercial. Buen año para todos.